Don Ricardo, el profesor bueno y humilde que enseñó música y religión a generaciones de celanovenses

Bondad, humildad, paciencia, discreción, compañerismo; amor por la música y la docencia. Son virtudes que todos los que conocieron a Ricardo Modesto Camba Conde, destacan del profesor, don Ricardo, que durante décadas impartió clases de religión e inició en la música a generaciones de jóvenes de Celanova. Puso en marcha la rondalla del colegio público Curros Enríquez y conjuntó voces infantiles e instrumentos que hasta entonces habían carecido de educación musical alguna. Los llevó al éxito en los concursos locales de villancicos, si bien nunca quiso para sí glorias ni insignias, sino la satisfacción de conseguir que el grupo sonase armónicamente.

Don Ricardo llegó muy joven al colegio Curros Enríquez de Celanova, un centro populoso a mediados de los años ochenta del siglo pasado. Con sus modales suaves y su timidez se ganó con el tiempo el cariño y el respeto de los cientos de alumnos que pasaron por sus clases. Escribía sus lecciones con tiza y letra primorosa, en ordenadas líneas rectas sobre las oscuras pizarras de antaño, sin perder la sonrisa pese al ruidoso desorden que, a veces, se generaba en el aula a sus espaldas. Con mucha paciencia, consiguió que los jóvenes pupilos adquiriesen conocimientos sobre la materia y más allá, con unas clases de música que, por entonces, no eran muy habituales en los colegios públicos.

Ricardo Camba falleció el 6 de diciembre, a los 75 años, en su casa de Allariz, dejando un recuerdo imborrable en todos sus alumnos, en el resto de profesores y en las personas que lo conocieron.