La Voz de Galicia

Rolling Stones

Opinión

CARLOS G. REIGOSA

| O |

30 Jun 2003. Actualizado a las 07:00 h.

SOBRE los ex muchachos de The Rolling Stones se ha desplomado una catarata de años y de sabiduría (es decir, de madurez), que ha encauzado su rebeldía de antaño sin convertirla en una pieza de museo. No son los jóvenes iconoclastas que amedrentaron a la buena sociedad y desencaminaron a algunas de sus criaturas, pero sí los viejos roqueros que siempre soñamos: fieles a sí mismos y a la idea de una insatisfacción que hay que sacudirse de encima con dosis masivas de rock and roll, para no ser jóvenes que murieron a los veinte años y los enterraron a los ochenta. El jueves me encontré en la calle de Ríos Rosas, en Madrid, con una aglomeración de chicos y chicas que esperaban a alguien ante una galería de arte. Pregunté de quién se trataba y me dijeron: «Viene ahora Ron Wood, el guitarrista de los Rolling, que expone aquí sus pinturas». ¿Qué era lo sorprendente? La edad de los que esperaban: jóvenes de quince a veinte años. Los lustros que habían pasado por los Stones y por sus primeros seguidores, no han pasado por su público juvenil de siempre. He ahí el milagro: feos, hoscos, desgarbados, pero con una música que tiene toda la magia de los orígenes. No se les puede pedir más.


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