La Voz de Galicia

Más franquista que Franco

Opinión

Enrique Clemente

CARRERO BLANCO JURA COMO PRESIDENTEº Carrero Blanco juró su cargo como presidente del Gobierno hoy hace 33 años. Desde 1941 era el número dos de facto del régimen, posición que Franco ratificó al nombrarle vicepresidente en 1967. Su asesinato supuso un duro golpe para una dictadura ya sin rumbo.

08 Jun 2006. Actualizado a las 07:00 h.

Vestido con su uniforme de almirante, arrodillado y frente a un gran crucifijo, Luis Carrero Blanco juró su cargo como presidente del Gobierno a las 11 de mañana del sábado 9 de junio de 1973, en el despacho del Caudillo en el palacio del Pardo. Lo hizo ante «Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos», como se refería el diario falangista Arriba a Franco, igualmente con uniforme militar y con aspecto bastante decaído, en una «solemne ceremonia» a la que asistieron los miembros del Consejo del Reino. Su presidente, Rodríguez de Valcárcel, fue quien le tomó juramento. Vicepresidente desde 1967, ya septuagenario y al que se consideraba más franquista que Franco y su eminencia gris, Carrero se convertía en presidente del Gobierno, con el anciano Franco en el mando supremo como jefe de Estado. Por primera vez en la historia del franquismo se establecía esa división de cargos. Como recordaba Abc, según el artículo 19 de la Ley Orgánica del Estado «el presidente y los demás miembros del Gobierno, antes de tomar posesión de su cargos, prestarán ante el Jefe del Estado juramento de fidelidad a éste, a los principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino». Una hora después de jurar, Carrero se trasladó a La Zarzuela, donde, de acuerdo con el lenguaje de la época, «cumplimentó» al príncipe don Juan Carlos, en una visita que duró 45 minutos. Sólo dos días después, se daba a conocer la composición de su Gobierno, donde tenían cabida todas las tendencias del franquismo, con Fernández Miranda como vicepresidente, López Rodó en Exteriores, Arias Navarro en Gobernación y Fernández de la Mora en Obras Públicas. El discurso en el que expuso su programa de gobierno a las Cortes el 20 de julio no dejaba lugar a dudas sobre su continuismo. «Soy un hombre totalmente identificado con la obra política del Caudillo [...]; mi lealtad a su persona y a su obra es total, clara y limpia», aseguró. Y añadió: «Como consecuencia lógica de esta identificación mía con la obra política el Caudillo, declaro igualmente mi lealtad al Príncipe de España». Es decir, su apoyo era a la «monarquía del Movimiento Nacional, continuadora perenne de sus principios e instituciones». Hombre de misa diaria, Carrero sentía también una gran devoción por Franco, que Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano comparan en Tiempo de incertidumbre a la de «un secretario de despacho ante un jefe al que, además, consideraba providencial». Como señala Encarna Nicolás en La libertad encadenada, «no cedió jamás ni a la más mínima propuesta de liberalización de la dictadura, y extremó la dureza de la represión». Según Tusell en Dictadura franquista y democracia, su corto período de gobierno fue de «pura resistencia», pues «consideraba la apertura una zarandaja y en todo veía conspiraciones universales de la masonería». El último documento que salió de sus manos pedía que el Estado se ocupara de «formar hombres, no maricas» (sic) y repudiaba a los «melenudos trepidantes» con cuya música se divertían los jóvenes. El 20 de diciembre de 1973, algo más de seis meses después de su jura, Carrero era asesinado por ETA. Con un Franco muy disminuido, y desaparecido su más fiel colaborador, comenzaba el principio del fin de la dictadura. Aquel mismo día, Areilza declaraba a Le Monde que «la muerte de Carrero ha acortado el proceso de sucesión en al menos cinco años».


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