Mozart sin Mozart

EN una sardiñada, ¿asamos sardinas o salchichas? Si usted dirigiese el Festival de Jazz de San Sebastián, ¿se le ocurriría dedicarlo al reggaeton ? Ese sentido común no se da en el Festival Mozart, que está rubricando el 250 aniversario del genio de Salzburgo con la decisión de no representar sus óperas. Toda Europa ha subrayado el nacimiento de Mozart. El Palau y el Liceo han hecho sonar su música; y Madrid, Canarias, Bilbao... Pero aquí se ha considerado demasiado obvio: ¿Programar óperas de Mozart teniendo un Festival Mozart y en el aniversario de Mozart? Muy facilón, al fin y al cabo, le gusta a todo el mundo y sólo se trata del mayor talento de la historia. Vamos a ponernos selectos: Carnicer, Stravinski y Monteverdi. El Festival Mozart es una maravilla, un oasis. Pero A Coruña, pese a su notable tradición melómana, no es el Covent Garden, ni el Metropolitan, ni la Scala. En ciudades donde la temporada pasa de treinta títulos, cabe rebuscar en el fondo del catálogo. Pero aquí se representan, como mucho, nueve óperas al año. ¿Tan difícil era montar la Flauta Mágica , o Don Giovanni, y hacer feliz a todo el mundo? Parece que sí. Lo nuestro es Stravinski y Calixto Bieito. Ya somos modernos. Aún a costa de inconfesables bostezos.