La Voz de Galicia

Israel: sexo, política y lecciones de democracia

Opinión

JUAN GÓMEZ-JURADO

18 Oct 2006. Actualizado a las 07:00 h.

EL PRESIDENTE de Israel, Moshé Katsav, es sospechoso de violación, acoso sexual, escuchas ilegales, obstrucción a la justicia y prevaricación. La tormenta política que se vive allí está dejando al país mediterráneo en sus horas más bajas desde hace muchos años. Mala noticia para ellos y para el resto de Europa, ya que ese enfermo que es Oriente Medio tiene los glóbulos blancos a la altura de Israel. Y cuando está enfermo, todos sabemos quién pone las vacunas. Hay, no obstante, un dato muy edificante en esta situación del que podemos tomar cumplida y buena nota el resto de democracias. No existe inmunidad en el ejercicio del cargo para el señor presidente. Cierto es que no puede ser procesado mientras sea presidente, por mero ejercicio de respeto al Estado, pero una vez finalizado su mandato (o si renuncia antes, como será el caso de Katsav), el político se convierte en reo. Y, si se demuestra su culpabilidad, en convicto. Y punto. Una medida de lo más edificante. Imaginemos el caso de una democracia mediterránea cualquiera. Imaginemos en esa supuesta democracia a un supuesto señor X, responsable de una trama de, pongamos, asesinatos de Estado. Imaginemos que a un supuesto juez mediático se le empañan las gafas de marca cada vez que la equis se le va convirtiendo en una G, que es una letra más concreta. Quizá demasiado concreta. Quizá demasiado suponer. Los asuntos pendientes, y más cuando huelen a sexo (como allí) o a muerto (como aquí), sólo enturbian y enrarecen la democracia por la que ambos asumimos que a usted no le van a enterrar en cal viva por error o que no le va a violar un ministro de Turismo cachondo y que luego se va a convertir en presidente y salir de rositas. Por eso hay que aplaudir el ejemplo de Israel, que evita que sus instituciones huelan a podrido y, de paso, les recuerda a sus políticos que nadie es inmune. Supuestamente.


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