La Voz de Galicia

Solidaridad a ciegas

Opinión

| JUAN CARLOS MARTÍNEZ |

21 Dec 2006. Actualizado a las 06:00 h.

HOY ES EL DÍA de la solidaridad española, y no el de la suerte, como dicen algunos. La lotería es solidaridad intensa, deseo de prosperidad ajena, amor al prójimo, y del más perfecto, porque es amor a ciegas; si compro un décimo o una participación sé que alguien tan pobre, o tan currante como yo, se va a hacer rico, o un poco menos pobre, con mi colaboración y la de otros muchos ciudadanos de a pie. No es esto una ocurrencia; la prueba de que la lotería de Navidad es un instrumento solidario está en que el único consuelo verdadero para los muchos a los que no les toca consiste en que el premio esté «muy repartido». «Este año tocó bien», se dice cuando el bombo favorece a los clientes de un bar en el que paran, sobre todo, jornaleros, inmigrantes que van a la aceituna o trabajadores de la construcción. Algún año, el gordo le tocó a un multimillonario. Eso ya es ser acaparador. Y hay familias de comarcas costeras a las que la lotería les toca todos los años. Estos casos provocan un rechazo instintivo y natural, como si un señorito con gafas Calvin Klein y bolso de playa Loewe se mete en el agua de la playa de Testal y se pone a llenar la bolsa de almeja fina. ¡Qué dirían las mariscadoras de Noia! La lotería de Navidad ha venido a este mundo para favorecer a esa mayoría a la que el dinero aún puede darle algo de felicidad. Los otros, mejor que se dejen de riesgos y sigan centrados en su propio milagro: la multiplicación de los ladrillos.


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