La Voz de Galicia

Gran victoria de Alberto Magno

Opinión

Xosé Luís Barreiro Rivas

22 Oct 2012. Actualizado a las 07:00 h.

La soberbia victoria alcanzada en las elecciones de ayer por Alberto Núñez Feijoo (41 PP, 18 PSOE, 9 AGE y 7 BNG) nos sitúa en un tiempo distinto del que creíamos estar; demuele todos los tópicos sobre la desafección partidaria y el castigo a las políticas de austeridad; presagia una legislatura plomiza y sin el más mínimo sobresalto; y, lejos de suponer el fin del marianismo político, deja a la oposición tripartita absolutamente desestructurada, sin líderes que echarse al coleto, y obligada a reinventarse en su organización e ideología sin tener en cuenta las escuálidas nomenclaturas hasta ahora dominantes. Y es que con 41 escaños para el Gobierno, 9 para la oposición, y 25 en el limbo de los justos, Alberto Núñez Feijoo -cuyo discurso sobre Galicia roza la simpleza absoluta- se convierte en el líder más incontestable que tuvo Galicia desde Breogán hasta hoy por la mañana.

Digo que estamos en un tiempo distinto porque, cuando creíamos estar en las primeras elecciones del tiempo de Rajoy, en las que el PP debía sufrir el enorme desgaste del programa incumplido, de los recortes indiscriminados, del titubeo infinito y de los problemas históricos recuperados, resulta que aún estábamos en unas elecciones contra Zapatero, que acaban de señalar al pobre Pachi Vázquez como el gran pagano de esta orgía de demagogia y estupor que nos llega a los ciudadanos envuelta en una legitimidad incontestable.

También digo que han quedado demolidos todos los tópicos sobre la desafección partidaria porque ha quedado demostrado que aquí no entra nadie que no sea viejo en la plaza o que no tenga un partido clásico para recoger los votos confiados, y porque, lejos de haber soplado los vientos del Apocalipsis que iba a llevarse por delante la ilusión marianista y dejar en entredicho a los partidos y a toda la clase política, todo parece haberse resuelto en un aforismo oportunamente parafraseado del Corán: aquí no queda más Dios que Mariano, y Alberto es su profeta. Y si Beiras quedó gloriosamente vivo solo es para que los analistas nos explayemos con la novedad, o para que esto tenga las formas de una democracia parlamentaria de poder dominante y orientación perpetua.

Lo de la oposición derivada del antiguo bipartito, tercer dato a considerar, es un desastre sin paliativos, que lejos de ser utilizable para moderar el poder y para levantar paulatinamente una buena oposición, solo sirve para magnificar la victoria del todo sobre la nada, y para exigir que la izquierda de Galicia se refunde sobre cuadros, ideas y modelos que no hayan tenido nada que ver con esta desfeita avasalladora.

¿Y Galicia? Galicia bien, gracias, después de celebrar unas elecciones en las que podía pasar de todo y solo pasó, en expresión de Andreotti, «lo contrario de todo». Porque, ante un gallego resignado, hasta la crisis se amaina.


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