El Partido Popular, en estado de mudez
Opinión
05 Mar 2013. Actualizado a las 07:00 h.
Ayer fue lunes. Perdonen la tontería, pero que sea lunes no es indiferente. Los lunes se reúne la ejecutiva del PP. Después se hace una rueda de prensa. Y lo que ocurrió ayer es que la prensa acudió a la sede de la calle Génova y se encontró con el silencio. El atril de la sala estaba vacío, como si fuese a hablar Rajoy por teleconferencia, pero tampoco había monitor. El PP se había quedado mudo. No es que faltasen temas para comentar a la opinión, que alguno parece que hay. Es que el partido gobernante no encontró un voluntario dispuesto a volver a interpretar lo de Bárcenas o a explicar por qué no se habían presentado las querellas «contra todos», anunciadas hace un mes por Carlos Floriano. Era la mudez del Partido Popular.
Pero no voy a criticar al partido por eso. Técnicamente hubiera sido mejor desconvocar antes a la prensa para evitar rumores, pero también digo una cosa: para contar las cosas tan a medias que parezcan una mentira, o para explicar el finiquito de Bárcenas como lo explicó Dolores de Cospedal, es saludable recomendación quedarse como aconsejaba Gracián: en «el recatado silencio sagrado de la cordura». O, puesto a ponerme cursi, seguir el ejemplo de Quevedo: «Santo silencio profeso; / no quiero, amigos, hablar, / pues vemos que por callar / a nadie se hizo proceso». Por hablar, en cambio, todo se vuelve sobresalto y desgracia.
La pregunta es: ¿qué es lo que teme el PP para no haber encontrado ayer un portavoz? Teme tres cosas. 1) Que le pregunten qué pasa con las querellas, porque a esa hora no tenía fácil respuesta. Tendría que explicar por qué ha cambiado de bufete jurídico y se ha puesto en manos del despacho de Adolfo Prego, que fue magistrado del Supremo. 2) Que no es seguro que admitan a trámite su querella, una vez que fue rechazada la presentada por Ana Palacio. Hay que preparar muy bien los argumentos, porque al PP ya solo le falta un rechazo judicial de este calibre. Y la tercera, hablar de Bárcenas. Hablar de Bárcenas o de «esa persona por la que usted me pregunta» es meterse en un avispero: todo lo que se diga hoy puede ser desmentido mañana, como ha ocurrido hasta ahora.
Por eso la no noticia del lunes es tan importante. Ha mostrado a un partido desorientado, con más miedo a lo desconocido que datos para la tranquilidad. No sabe por dónde les puede reventar ese grano que llevan en salva sea la parte. Desconoce cuáles son las armas de su antiguo tesorero. Vive en un estado de nervios que le hace difícil afrontar con serenidad los graves problemas nacionales de este momento, desde la economía hasta la secesión catalana. Visto así, mi conclusión del día es: Bárcenas ya no es solo un problema de partido. Empieza a ser otra emergencia nacional.