La viciada elección iraní
Opinión
11 Jun 2013. Actualizado a las 07:00 h.
Pese a que las elecciones presidenciales iraníes del próximo día 14 nacen viciadas por la purga de los candidatos que pueden presentarse, y, pese a que nadie espera ningún cambio, lo cierto es que subyace cierta tensión por miedo a que se repitan las protestas callejeras que tuvieron lugar en el 2009 ante el descarado pucherazo que dio un segundo mandato a Ahmadineyad.
La descalificación de Alí Akbar Hashemí Rafsanyani y de Esfandiar Rahim Mashei deja el camino libre a los ocho autorizados que ejercen o han ejercido cargos dentro del círculo más cercano a Jamenei, el líder supremo desde 1989. Sin embargo, ello no implica la garantía de continuidad y estabilidad del régimen que tanto busca Jamenei.
En cualquier caso, las perspectivas no son nada halagüeñas para los iraníes. La posibilidad de una liberación pacífica parece cada vez más lejana. No obstante, los líderes religiosos, acostumbrados a ese espíritu de sumisión propio del chiismo iraní, no deberían dar por sentado que podrán seguir conteniendo a la población si no ponen en marcha reformas, por lo menos, en el ámbito económico. Como han llegado pueden ser expulsados, incluso contando con el apoyo de la población rural y de la Guardia Republicana.