Telenovela electoral
Opinión
11 Oct 2014. Actualizado a las 05:00 h.
Brasil se la juega. O insiste en la deriva de Lula con consecuencias similares a las de Venezuela, Bolivia y Argentina -pobreza progresiva y marginalidad internacional- o decide seguir siendo Brasil. Cuando parecía que la actual presidenta se llevaría la elección, la muerte del candidato socialista cambió todo. Le sustituyó Marina Silva, antigua militante del PT, partido de Dilma Rousseff, y enseguida se disparó en las encuestas. Nadie pensaba siquiera en el candidato conservador, hundido en porcentajes residuales. Dilma y la maquinaria del PT, con zafiedad salvaje, volvieron toda su artillería contra Marina. Terminaron enredándola y el domingo pasado, el antes descartado Aecio Neves adelantó a la carismática Marina y disputará la presidencia con Dilma en la segunda vuelta.
Neves, que también parece salido de una telenovela, ya va delante en las encuestas. Le apoya el partido de Marina y todo un sentimiento de hartazgo del PT: de su clientelismo, de su corrupción. El último escándalo, el de la Petrobras, dejará pequeño cualquier otro sabido o imaginado. Me decía una periodista conocida: «Siempre he votado PT, pero esto necesita una limpieza». También lo dice la gente en la calle. Al PT le queda el Norte y el Nordeste, deprimidos y subvencionados, y poco más: en el estado de São Paulo, por ejemplo, solo ganaron en un municipio de 645.
Lula llegó a decir, con desvergonzada arrogancia, que conseguiría que saliera elegido por el PT hasta un poste. Todo un continente está atento, temeroso. Pero por mucha fuerza que exhiba la maquinaria de Lula, Brasil no es Venezuela ni Bolivia. Ni siquiera Argentina. Su sociedad es fuerte y sus instituciones funcionan.