Javi
Opinión
22 Sep 2015. Actualizado a las 05:00 h.
Si Javi Gómez Noya hubiese nacido en Madrid o en Cataluña, la atención que le hubiesen prestado los medios se habría multiplicado hasta el infinito y más allá. Pero resulta que este pentacampeón del mundo es gallego y, claro, no es lo mismo. Estamos ante un genio del deporte. Estamos ante un genio del esfuerzo físico llevado a su nivel más exigente. Hablamos de un triatleta que tenía que ser un orgullo nacional. Un héroe. Alguien que deberíamos de tener en el mismo pedestal sagrado que Nadal y Gasol. Han leído bien. Al nivel de Nadal o Gasol. Periodistas y políticos se equivocan con Javi. Debían de pelearse por sus fotos. Y es que hoy además el triatlón, gracias a él, es un deporte que no para de crecer. Cada vez está más de moda correr. Bueno, lo que toda la vida fue correr, en los ochenta fue hacer footing y ahora es hacer running. Los ciudadanos se han concienciado de que el deporte es necesario para que la salud no se derrumbe. Para estar sanos y no convertirnos en una ruina. Pero hay que hacer deporte de la mano de los que saben, de los entrenadores y de los especialistas. Con los controles médicos adecuados. Javi Gómez Noya se merece muchísima más atención, porque es una inspiración para todos los que corren, nadan o usan la bici. Encima es humilde. Como si no fuese cinco veces campeón del mundo. Como si no fuese la estrella del deporte que es. Y en una especialidad que, comparada con otras, es en la única que de verdad se puede decir que te proclamas campeón del mundo del esfuerzo. El triatlón no es una pachanga de fútbol. El triatlón te exprime. Y te obliga a demostrar el tipo de coraje que tienes. Javi Gómez Noya goza de cuerpo y mente de diamante.