La Voz de Galicia

Soy Mariló, Mariló Montero

Opinión

Cristina Castro

03 Jul 2016. Actualizado a las 05:00 h.

«Buscad una música triste. Triste pero esperanzadora. Quiero que suene en la despedida». Más o menos de esta forma tuvo que ser la conversación. Y así, mientras Mariló Montero contaba a la audiencia que se iba a cazar sueños, sonaba la banda sonora de Forrest Gump. Como el protagonista de la película, como los niños o como los borrachos, Mariló contaba siempre su verdad. Por 240.000 euros al año (tras los recortes) trabajaba sin filtro, recordando que lo llevaba haciendo desde los 16 años. Su «querida audiencia» entendía que eso debía ser la naturalidad. Otros, muchos más, los que no la veían a diario, creían que no era frescura sino ignorancia y solo sabían de ella cuando las redes la encumbraban por la última metedura de pata. Porque Mariló fue forense y nos enseñó que un cadáver está blandito en las primeras horas. Fue experta en preventiva y nos demostró cómo nos podemos sacar unos guantes contaminados de ébola. O fue pinche de cocina, aguantando un ataque de risa cuando tocó preparar nabo o almejas. Cuatro horas de directo dan para mucho, sí. Pero también para aprender, como insistía ella. La veremos pronto y seguro que sigue hablando sin darle antes muchas vueltas. Porque está científicamente demostrado que el alma, trasplantada a otra cadena, sigue siendo la misma.


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