El hombre Vox
Opinión
05 Dec 2018. Actualizado a las 05:00 h.
Hoy el hombre Vox está exultante. Se ha puesto su mejor traje de chaqueta, se ha colgado la cartuchera con la Smith & Wesson, cual matón de los hermanos Coen, y le ha pedido a su mujer que le recorte los pelos de la barba que despuntan para no dar sensación de suciedad o desaliño (un hombre Vox es pulcro, impecable). También se ha remetido la camisa en el pantalón, principalmente porque está convencido de que hay dos tipos de hombre: los que la llevan por dentro y los que la llevan por fuera, y estos últimos son «lo peor».
El hombre Vox lleva varios días sin dormir y se nota en las ojeras, pero eso es lo de menos. Lo importante es que hoy, después de tres años desgañitándose en la calle, subido a un poyete sin que nadie le hiciera caso, por fin es trending topic. El esfuerzo tiene sus recompensas. Hoy, mientras desayuna su hamburguesa con mucho kétchup, Donald Trump, su aliado al otro lado del Atlántico, le enseñará a Melania su foto en el periódico, y ésta opinará que tiene los ojos bonitos aunque la nariz demasiado grande. Hoy, Le Pen, que ya le envió un telegrama de enhorabuena la noche de las elecciones andaluzas, le llamará por teléfono para conversar temas importantes («de mujer a hombre», pero en este caso, ¡qué más da!). Y hasta Salvini, con el que tenía alguna diferencia, le reconocerá su éxito aplastante.
Y es que, el hombre Vox por fin tiene voz. Voz para luchar contra el mal (la inmigración, las autonomías, la ideología de género, el aborto, el matrimonio gay, uf, ¡cómo está España últimamente!…), destruir al enemigo (los comunistas, la derechita cobarde y la veleta naranja) y restituir el bien del planeta (la Semana Santa, los toros, la caza…).
El hombre Vox es un hombre pero podría ser otra cosa: un grano en el culo, la calma que antecede al huracán, el miedo a la libertad.