Perder las elecciones o perder el alma
Opinión
29 Dec 2018. Actualizado a las 08:42 h.
Uno de los hijos de Fernando Múgica, líder de los socialistas vascos asesinado por ETA en 1996, ha solicitado su baja en el PSOE. Se trata de José María y la guinda a su desencuentro con el partido socialista ha sido un reportaje publicado en El Diario Vasco guipuzcoano en el que la secretaria general del Partido Socialista de Euskadi, Idoia Mendia, cocinaba y cenaba con varios líderes políticos vascos, uno de ellos Arnaldo Otegi, ex condenado por terrorismo y líder espiritual de EH Bildu. «No en mi nombre. Te ruego tramites mi baja del PSOE», escribió a mano al secretario de Organización del PSE guipuzcoano, Mikel Durán, según publicó La Información. El distanciamiento de Múgica venía de atrás. No hace mucho, escribió en El Mundo que «el socialismo democrático no persista en la búsqueda de alianzas imposibles con Podemos o nacionalistas catalanes; porque esas alianzas acabarían infectando el alma misma del PSOE». «La búsqueda del Gobierno a cualquier precio se paga muy caro, al coste del desgobierno y la desintegración cívica. Y al cabo, es mejor perder las elecciones que perder el alma».
De alguna manera, aunque con razones más poderosas que otros, José María Múgica expresa la desazón que están sufriendo numerosos militantes del PSOE que han observado estupefactos la deriva de Pedro Sánchez en sus devaneos con las fuerzas nacionalistas y la izquierda antisistema. Y no ya por el hecho de querer fabricar un relato en el que Sánchez aparece como el gran muñidor de una estrategia de diálogo con los separatistas catalanes que nace de un buen propósito: buscar la normalidad para Cataluña y, por tanto, para España, a través del entendimiento.
La realidad es que mientras Pedro Sánchez se afanaba en el citado relato se olvidó de los sólidos pilares sobre los que fue edificado hace ya muchos, pero que muchos años, el partido del puño y de la rosa. Cuánta tristeza debió sentir José María cuando vio a Otegi brindando en la cocina junto a su compañera de partido, en un claro acto de blanqueamiento de lo que realmente significa el dirigente de la izquierda radical vasca. Y cuánta tristeza debe de sentir quien sufrió la descarnada cara del nacionalismo más salvaje cuando ve al líder de los suyos comportándose como un títere de Torra o Puigdemont. Tanta que ha decidido abandonar el PSOE.
Múgica es solo una baja, pero vale por miles. Debería servir, cuando menos, para que Sánchez reflexione sobre todo el disparate político que está protagonizando. Debería preguntarse si merecería la pena ganar unas elecciones a costa de perder las convicciones. En definitiva, debería plantearse qué es mejor: tomar vinos con Otegi o tener militantes como José María.