La Voz de Galicia

Los cadáveres exquisitos de «Pablemos»

Opinión

Cesar Casal
Carolina Bescansa, Sergio Pascual, Ramón Espinar e Íñigo Errejón

04 Jun 2019. Actualizado a las 09:46 h.

Otro más. Que pase el siguiente. El siguiente es Ramón Espinar, que ayer se atrevió a decir que «la pareja Iglesias Montero no tiene futuro». El sábado habrá reunión y el muerto será el propio Espinar. Nada que no hayamos vivido ya. Así terminaron Sergio Pascual, Íñigo Errejón o Carolina Bescansa. Todos cadáveres exquisitos de Pablo Iglesias, el líder absoluto y absolutista de la organización que debía llamarse Pablemos. No hay nadie más peligroso que el que cree que tiene una misión. La de Pablo Iglesias, según sus palabras, es nada menos que «garantizar la justicia social en España». A Sergio Pascual lo fumigó por Twitter, esa red venenosa que sirve sobre todo para que los amigos se adoren entre ellos y para que, de la mano, odien a sus enemigos. Su sustituto fue Pablo Echenique, el hoy edecán de Iglesias, y al que captó hábilmente entre las filas contrarias, para neutralizarlo como rival o amenaza de futuro. Iglesias siempre jugando a la ouija con la política.

Después llegó la muerte aparentemente democrática de Íñigo Errejón, quien fue animado a unas falsas elecciones internas donde fue masacrado por los fieles de Pablísimo. El señor de Galapagar se vio reforzado en todo este tránsito por Irene Montero. Juntos se multiplican para ese asalto a los cielos que nunca llega.

La gallega Carolina Bescansa fue, en teoría, pillada en una operación de deslealtad e inmediatamente alejada del cariño del amado líder. Carolina Bescansa terminó intentando una ruta Baviera a lo Manuel Fraga. Se replegó hacia su tierra, pero Iglesias no perdona y la volvió a derrotar para entregarle Galicia, como señor feudal que es, a Gómez Reino y Yolanda Díaz. Ahora es Ramón Espinar el que da el paso hacia la tumba pública. Por el camino quedarán también todos los que, con razón, le afearon y afean a Iglesias su tremendo error con el ataque a las donaciones de Amancio Ortega. Cada uno hace con su dinero dentro de la ley lo que quiere. Amancio puede donar, como él puede comprarse una casa en Galapagar.

La única insurrección seria que amenaza a Iglesias en su camino sueño por ser ministro viene del Sur. Es la lucha que mantienen Teresa Rodríguez y Kichi con Iglesias Montero, pareja contra pareja. Esos sí que son peligrosos, porque Kichi ha demostrado que no utiliza la política para medrar. Iglesias va a necesitar esa ouija que tanto le gusta para comunicarse con el más allá. A este ritmo va a tener más militantes en el otro mundo que en este.


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