22 de julio: Sánchez bate otro récord
Opinión
03 Jul 2019. Actualizado a las 07:34 h.
Si en España existiese un Libro Guinness de los Récords en política, Sánchez sería muy de largo el líder que más marcas habría batido en menos tiempo. Al comunicar ayer telefónicamente a la presidenta del Congreso -convertida, poco honorablemente, en su obediente servidora- la fecha del próximo debate de investidura, el presidente en funciones ha batido con claridad un nuevo récord: hasta 2011, todos los debates de investidura se celebraron transcurrido un mes o poco más desde la fecha de las elecciones generales, salvo el de Aznar en 1993, que tuvo lugar dos meses después de los comicios (3 de marzo y 4 de mayo).
Llegaron luego las elecciones de 2015 y 2016, caracterizadas por la total anormalidad derivada del «no es no» del propio Sánchez, que impedía, de hecho, la formación de gobierno. Y ya las de 2019, en la que, Sánchez ha optado por batir el récord sentado por Aznar: cuando el 22 de julio se inicie el debate de investidura habrán pasado casi tres meses desde que fuimos a las urnas, sin que el presidente haya dado hasta ahora la más mínima muestra de sentirse urgido para acabar con la interinidad política en que vive desde que, comenzando marzo, decidido disolver las Cortes generales.
En realidad este récord de Sánchez (pues los retrasos de 2015 y 2016 no fueron imputables al presidente en funciones, como sucede ahora a todas luces) se une a otros muchos que ha venido batiendo previamente: Sánchez fue, porque así se empeñó en ello, el primer candidato a la investidura propuesta por el Rey que no había ganado las elecciones; el primero que acudió al Congreso a solicitar la confianza sin contar previamente con una mayoría; el primero que -en consecuencia con lo anterior- fue derrotado en primera y segunda votación y no logró ser investido; y el primero que, por ello, provocó la disolución anticipada prevista en la Constitución para el caso de que no haya presidente dos meses después de la primera votación de investidura.
Pero hay más, desde luego: con Sánchez de candidato alternativo triunfó en España la primera moción de censura, pues él ha sido hasta la fecha el único dispuesto a llegar a la Moncloa con el apoyo de una mayoría Frankenstein , récord que culminó con otro muy ligado a ese: ser el presidente más efímero desde 1977, salvo, claro, que siga en funciones sine die.
El «no es no» de Sánchez forzó además el gobierno en funciones más largo de la democracia (¡315 días!) y, tras imponer una primera, a punto estuvo de dar lugar a una segunda repetición electoral, con lo que habríamos culminado el delirio de haber celebrado en doce meses tres comicios generales. Pero en esta ocasión el PSOE se lo impidió.
¿Qué da coherencia a todos esos récords? No tiene dudas: el aventurerismo de Sánchez, que, como ningún presidente con anterioridad, primero piensa en él, luego piensa en él y finalmente piensa en él. También una marca… de la casa.