La Voz de Galicia

Feijoo, un incordio para Casado

Opinión

Ernesto S. Pombo

05 Aug 2019. Actualizado a las 12:42 h.

Desconocemos si en las pesadillas de Pablo Casado está Pedro Sánchez o el camino a la Moncloa. Pero no es difícil aventurar que en sus desasosiegos nocturnos está muy presente el presidente gallego Núñez Feijoo. Él y el partido que lidera en Galicia, porque un día sí y otro también corrigen la conducta y las directrices que imparte quien de momento salva la cabeza gobernando un par de autonomías y otro par de grandes ayuntamientos. Feijoo es un ronchas. Y un toca balones. 

El incordio del PPdG para con Casado comenzó con aquello de girar a la derecha y olvidarse del centro. Feijoo le señaló el camino correcto, el de ensanchar el centro, que es el que le hubiera reportado mejores resultados. Pero es que, desde entonces, la cosa ha ido a mayores y los desencuentros, por mucho que se empeñen en taparlos, son más evidentes cada mañana.

El nombramiento de Álvarez de Toledo como portavoz popular no es más que un nuevo capítulo. Sabida es la oposición de Feijoo, entre otros muchos, a tal nombramiento, que acabó por escenificarse en el lamento de la marquesa de Casa Fuerte por el retraso en recibir la felicitación.

Pero este episodio llegó precedido por las críticas declaraciones de Pedro Puy alertando del grave error del PP de pactar con Vox, a propósito de Murcia. Y precisando que «la sociedad española, como la gallega, es una sociedad muy centrada y los resultados electorales así lo confirman».

Hace tiempo que descubrimos que Feijoo, los suyos y el PPdG son una china en el zapato para el inexperto líder popular nacional. Y puede que sea esa inexperiencia la que le lleve a no escuchar a los que disponen de un mayor recorrido. Claro que, hasta el momento, Casado ha hecho y deshecho en el PP porque sus éxitos lo avalan. Bajo su liderazgo, el partido cosechó los peores resultados de la historia. Habrá que estar atentos a ver cómo queda la cosa. Porque esto, lejos de ir a menos, va en aumento. Aunque lo nieguen y se coman a besos, que es lo suyo.


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