La Voz de Galicia

¡Más madera!

Opinión

Pedro Armas Profesor de la Universidad de A Coruña

30 Sep 2019. Actualizado a las 05:00 h.

Groucho nunca dijo aquello de «¡Más madera, qué es la guerra!». Fue una licencia de traducción en una escena de Los hermanos Marx en el Oeste. Ni siquiera dijo «¡Más madera!», sino «¡Traed madera!». El caso es que la frase triunfó y eso es lo que importa. Paradójicamente, en esta España tan plurinacional ha triunfado la utilización del eslogan jacobino Más Madrid como nombre de un partido. En vista del éxito, Errejón, al dar el salto a la política nacional, ha aumentado la escala del eslogan, pasando de Más Madrid a Más País, que es un eufemismo de Más España, para diferenciarse de España Suma y para recoger votos imprescindibles en Cataluña, donde España resta. Pudo haber optado por un nombre más personal o empático, como El Partido de Errejón o Todos somos Íñigo. Hoy cualquier sustantivo, adjetivo o verbo vale para dar nombre a un partido político, con tal de que oculte la ideología.

 

Solo los partidos históricos, más o menos antiguos, llevan la ideología en el nombre, aunque las simplificaciones y siglas acaban disimulándola y hasta permiten renunciar a ella: Partido Socialista (PSOE), Partido Nacionalista Vasco (PNV), Bloque Nacionalista Galego (BNG) o Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).

El que debería llamarse Partido Conservador se llama Partido Popular, denominación populista con la que se da por hecho que los demás no son populares. El que debería llamarse Partido Liberal se llama Ciudadanos, denominación genérica para convencer al español medio que se considera de clase media, sea o no de clase media, y se considera ciudadano, sea o no de ciudad. El que debería llamarse Partido Radical se llama Unidas Podemos, denominación conjugada en primera persona femenina del plural para captar un significante flotante de la participación colectiva y marcar una discriminación de género positiva para unas y negativa para otros.

Los nombres de los partidos nuevos son más poéticos, más líricos, más épicos: En Común Podemos, Compromís, En Marea, Junts pel Sí, Equo, Vox. Los partidos novísimos son más matemáticos: Más Madrid, Más País, España Suma. Así pues, el nombre importa como marca, pero no como etiqueta ideológica. Para ser transversal, hasta puede ser incomprensible. El partido de Errejón, por ejemplo, podría haberse denominado Más Madera, como metáfora de su aportación de combustible a la desvencijada locomotora política española. Claro que, si se hubiese llamado así, se habrían multiplicado las crónicas cuestionando la madera de líder de Errejón, antes de comprobar su capacidad de liderazgo, a pesar de que la valoración de los demás líderes por parte de los ciudadanos sea pésima. Hace falta más país, más política… ¡Más madera!


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