La Voz de Galicia

La autodeterminación de los tramposos

Opinión

Roberto L. Blanco Valdés

27 Oct 2019. Actualizado a las 05:00 h.

Existen muy poderosos argumentos para rechazar rotundamente el supuesto derecho a la autodeterminación que, a excepción del PNV, reivindicaron anteayer los partidos separatistas españoles (lo siento, pero es así, mal que les pese), muchos de ellos aliados de gobierno del PSOE.

De un lado, inatacables razones jurídicas. La autodeterminación derogaría dos principios claves de la Constitución: los de soberanía nacional e indisolubilidad de España. Por si ello no bastase, chocaría frontalmente con las resoluciones de la ONU sobre descolonización (las 1514, 1541 y 1654, de 1960 y 1961) que solo reconocen tal derecho a los territorios en situación colonial o cuyos habitantes no gocen de libertades democráticas, resoluciones completadas, en 1970, por la 2625, que desautoriza acciones destinadas a quebrantar la integridad territorial de Estados soberanos.

Junto a tales argumentos jurídicos hay, además de una sustancial razón política que he repetido en muchas ocasiones (una consulta de autodeterminación en una sociedad con sentimientos identitarios plurales la partiría inevitablemente en vencedores y vencidos), otra de la que apenas se habla y en la que insistir hoy es totalmente necesario: que celebrar un referendo en Cataluña después de 40 años de manipulación nacionalista dirigida desde la Generalitat por medio de la escuela, los medios de comunicación y numerosas instituciones sociales sería sin duda un evidente juego de ventaja o, por decirlo con toda claridad, una sucia trampa de los separatistas.

Para que los catalanes (todos los catalanes) pudiesen votar con plena libertad sobre su pertenencia o no al Estado del que Cataluña forma parte desde tiempo inmemorial sería necesario, por eso, la plena desintoxicación de una sociedad envenenada por el nacionalismo. Y no hablo, por supuesto, de otros cuarenta años de manipulación inversa que emponzoñase a la población con un nacionalismo español tan falaz como el nacionalismo catalán que ha entrado hasta los tuétanos de la sociedad, sino de una política democrática de contramanipulación que desvelase las mentiras que durante cuatro décadas llevan sufriendo, sin apenas rechistar, los ciudadanos españoles nacidos o afincados en Cataluña: entre otras mamarrachadas, que España roba a Cataluña, que el reinado de los Borbones marcó el comienzo de la decadencia catalana (cuando sucedió todo lo contrario), que la Guerra Civil fue una contienda entre España y Cataluña (falsedad insostenible) o que Cataluña tuvo en el pasado una autonomía mayor de la que hoy goza, lo que constituye sencillamente una invención.

Jamás habrá referendo de autodeterminación en Cataluña porque en democracia lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Pero, también, porque convocarlo después de años y años de esa llamada construcción nacional (manipulación separatista, en realidad) sería como jugar a ganar en una piscina sin agua los 100 metros mariposa.


Comentar