La Voz de Galicia

La lección de humildad del coronavirus

Opinión

Yashmina Shawki

11 Apr 2020. Actualizado a las 05:00 h.

Todos los días aprendemos algo, o, al menos, deberíamos. Y es que, aquel que no sea consciente de que la vida es un camino de aprendizaje, tengamos la edad que tengamos, se pierde una de las aventuras más apasionantes del ser humano. En la era de la inmediatez en la que las redes sociales ya están comunicando lo que todavía no ha sucedido, el impacto de la imagen o la noticia nos impele a estar «a la última», obviando la base que sustenta nuestra existencia: la experiencia y la reflexión.

Así, las noticias relativas al coronavirus ocupan y copan los titulares de todos los medios de comunicación del planeta desde hace meses en detrimento de otros acontecimientos que, por manidos, ya nos resultan aburridos: las guerras en Siria y Yemen, el terrorismo islamista en África central, la crisis económica y humana en Venezuela, la plaga de la langosta en Kenia, etcétera. Y resulta paradójico que sea un minúsculo microorganismo el que acapare toda nuestra atención y no las lecciones que nos ofrece su irrupción y la forma en la que la estamos afrontando, sobre todo en lo relativo a nuestra falta de humildad.

El ser humano que es capaz de llegar a la Luna, de llenar el espacio de satélites de comunicación y de crear armas de destrucción masiva para proteger las fronteras de su territorio no puede frenar a la velocidad suficiente el avance de un microscópico bichito. Y es que este virus se expande gracias a nuestra sociabilidad y a nuestra movilidad, dos de nuestras capacidades más positivas, sin distinguir entre ricos y pobres, occidentales u orientales, jóvenes o ancianos. Y el hecho de que haya puesto en jaque a todo el planeta, afectando no solo a la salud de las personas sino a la economía, debería de hacernos recapacitar sobre cuán poderosa es la naturaleza que tanto nos empeñamos en domesticar y lo trascendental que es tener un sistema sanitario fuerte y bien dotado.

 


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