Una buena gestión exige buenos datos
Opinión
05 Oct 2020. Actualizado a las 05:00 h.
Ya hay cosas que podemos aprender de esta pandemia a la vista de lo que se ha hecho mal o, simplemente, no se ha hecho. Y estas enseñanzas habría que aplicarlas sin más dilación. El propio Congreso (Conclusiones para la Reconstrucción Social y Económica) aprobó unas medidas en el bloque de Sanidad y Salud Pública que, aún quedándose cortas, son un punto de partida. Si es que se llegan a aplicar. Entre ellas se propone fortalecer las estructuras y servicios de salud pública a nivel central y de las comunidades, y avanzar en un sistema de información.
¿Por qué seguimos teniendo serios problemas para el control del covid-19? Fundamentalmente porque tenemos un agujero negro en la información. Es decir, en los mecanismos para generar, recoger, analizar y comparar los datos. Los sistemas de vigilancia epidemiológica han estado y siguen estando bajo mínimos. Deberían identificar y seguir los casos, monitorizando el curso de la pandemia y estimando los recursos necesarios en función de la evolución. Pero dista de ser así.
Los hechos demuestran que no se dispone de un sistema común que funcione eficazmente para recoger y compartir los datos, de manera que el control se dificulta en exceso. Tampoco hay suficiente información agregada de la evolución y la duración de las estancias de los pacientes ingresados. Por consiguiente, es difícil tomar decisiones informadas tanto para confinar poblaciones como para desconfinarlas con una seguridad razonable. O saber qué medidas específicas de prevención deben adoptarse y dónde. Todo ello es producto de un sistema poco desarrollado que, idealmente, debería vincular la información de las historias clínicas con los datos epidemiológicos.
Es posible que haya alguna vacuna disponible (de manera limitada) para el segundo trimestre del 2021. Pero si no mejora la disponibilidad y gestión de la información, los problemas que experimentamos ahora seguirán sin resolverse. Es fundamental saber quién se vacuna, cuándo y con qué vacuna. Es la única manera de verificar su seguridad y eficacia en el «mundo real», asegurar que se cumplen los criterios de priorización y comprobar el impacto sobre la pandemia.
Pero volviendo al pacto del Congreso: hay que invertir. Queda mucho por hacer para controlar la expansión del virus minimizando el impacto económico. Sería importante crear una potente Agencia de Salud Pública (Alemania tiene el Instituto Koch y es un país federal). Se necesita mejorar los sistemas con nuevas aplicaciones, introduciendo información relevante adicional, como contactos, movilidad y pruebas serológicas a gran escala. Hay que disponer de más test diagnósticos, equipos, infraestructura en tecnologías de la información, personal sanitario y personal cualificado para el análisis de datos. Y no solo para gestionar el covid-19, sino pensando en las amenazas infecciosas a las que a buen seguro nos enfrentaremos en los próximos años. Esta inversión es una ínfima parte de lo que cuesta una pandemia.