La Voz de Galicia

La luna de miel de Sánchez y Abascal

Opinión

Gonzalo Bareño

05 Feb 2021. Actualizado a las 05:00 h.

A muchos votantes de izquierda les sorprende el tono casi versallesco con el que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, trata al líder de Vox, Santiago Abascal, alabando «su sentido de Estado y de país». Casi tanto como a muchos votantes de derecha les asombra que Vox salve a Sánchez, permitiendo con su abstención que salga adelante un decreto por el que el Gobierno se arroga todos los poderes para gestionar a su antojo y sin controles los 140.000 millones de euros de los fondos europeos. Pero, en realidad, esos dos hechos son la plasmación de una estrategia calculada. Sánchez está convencido de que mientras exista un Vox robusto el PP no gobernará nunca. Y también de que Abascal no supone una amenaza para él, porque jamás será una opción de Gobierno. De ahí que el líder socialista riegue el jardín de Abascal, que a su vez está encantado de que se le presente como el líder de la oposición más exigente, pero responsable con España por comparación con Casado.

 

La maniobra de Sánchez con Abascal reproduce la que puso en marcha Rajoy con Pablo Iglesias al alentar el crecimiento de Podemos, convencido de que con una izquierda demediada él seguiría siempre en el poder y de que Podemos no sería nunca una opción de Gobierno. Rajoy trataba a Iglesias con condescendencia paternal. Y el líder morado le seguía el juego. «Es un placer y un honor poder debatir con usted», le dijo a Rajoy en su primer cara a cara parlamentario. «Vais muy bien en las encuestas», le comentaba cordialmente el expresidente al líder de Podemos días antes de las elecciones del 2015, feliz de que creciera a costa del PSOE. Iglesias debe mucho de lo que es hoy a Rajoy, que le mimó políticamente mientras machacaba a Albert Rivera. «Se retira un político elegante e inteligente que sabía escuchar. Fue un honor ser su rival y combatir políticamente». Así le despidió el líder morado cuando dejó el PP.

Lo cierto es que ni Sánchez ni Rajoy inventaron nada, porque la patente es del expresidente francés François Mitterrand. El Frente Nacional es en gran parte una creación del político socialista, apodado la Esfinge, que siempre puso alfombra roja a Le Pen y hasta modificó la ley electoral para favorecerle y debilitar a la derecha de Chirac. Miterrand estaba convencido de que un Frente Nacional fuerte le garantizaba una presidencia eterna de la República y no sería nunca una amenaza real para la izquierda.

Lo paradójico de esta asombrosa luna de miel entre Sánchez y Abascal no es que replique la estrategia de Mitterrand y de Rajoy, sino que cae en el mismo error que ya cometieron ellos alentando la radicalización. A base de promocionar al Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen primero y su hija Marine después acabaron dejando a los socialistas fuera de la segunda vuelta de las presidenciales francesas. Iglesias, el mimado por un Rajoy convencido de que no llegaría nunca al Gobierno, es hoy el vicepresidente, mientras a él le aguarda un calvario judicial. Y, si Sánchez insiste en su estrategia de alentar a Vox en su beneficio, pronto se verán las consecuencias para España.


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