El síntoma Trapiello
Opinión
13 May 2021. Actualizado a las 11:20 h.
Malos indicios para la Ley de Memoria Democrática que pronto será aprobada en el Congreso de los Diputados. En el principal partido que la promueve, que es el PSOE, siglo y medio de historia, se están viendo señales inquietantes. Son señales de represalia o castigo a figuras que han servido a sus siglas, pero ahora no están entusiasmadas con su política. Y son señales que hablan de imposición de una verdad de partido, que casi nunca se puede llamar verdad. De ambas hubo ejemplos dolorosos en los últimos días. De la represalia o castigo han sido víctimas dos clásicos que si por algo son conocidos es precisamente por su militancia socialista, Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros. De las segundas es muestra elocuente un intelectual de primera fila, Andrés Trapiello.
A Leguina y Redondo se les abrió expediente de expulsión por haber recibido a Isabel Díaz Ayuso en la Fundación Alma Tecnológica, de la que el primero es patrono y el segundo, presidente. Del gravísimo atentado hay un par de fotografías publicadas, pero no consta ni una palabra de elogio a la señora Ayuso, ni de petición de voto para ella, ni de nada que se parezca a un motivo serio para expulsarlos. Pero algún Torquemada entendió ese encuentro como una traición y los quiere arrojar del paraíso socialista. Un buen militante no puede ni saludar a una candidata de derechas. Es un peligro público, se puede contaminar, puede llevar el virus a todo el partido.
Pero más grave que eso quizá sea lo ocurrido con el escritor Andrés Trapiello. El Ayuntamiento de Madrid le concedió una de sus medallas y en el debate municipal la portavoz socialista de Cultura, llamada Mar Espinar, opinó que no se debía premiar «el revisionismo de la historia que él representa». ¿Cuál es el revisionismo de Trapiello? Que yo sepa, haber efectuado una impresionante labor de documentación que dio como resultado su obra monumental Las armas y las letras, un libro que se debería estudiar en las escuelas por su contenido, por su imparcialidad, por su forma de descubrir cómo se fue construyendo aquella España del odio que terminó en un baño de sangre. Trapiello apenas pone calificativos en sus 600 páginas de texto e ilustraciones. Aporta documentos y testimonios sacados de archivos públicos y privados. Es una fantástica obra de investigación con el premio añadido para este país de haber redescubierto a Manuel Chaves Nogales.
¿Y qué ocurre? Que los fachas no eran los únicos malos. Que la ponzoña guerracivilista estaba en todos los ánimos. Y que la verdad ofende a los nuevos censores que ocupan cargos públicos. Y que llaman revisionismo a un buen trabajo intelectual. ¿Van a ser ellos, gentes como esa Mar Espinar, quienes administren la memoria democrática? Me da mucho miedo, porque los revisionistas son ellos. Y no es que quieran revisar la historia; la quieren reinventar.