Buenos días, libertinaje
Opinión
14 May 2021. Actualizado a las 12:19 h.
Es la guerra. Todo el poder socialista está cayendo sobre Isabel Díaz Ayuso. Así como ella proclamó a Pedro Sánchez el adversario a batir, ahora toca represalia del presidente. Hay en el cielo de Madrid signos de venganza. Moncloa ha ordenado bombardear la Puerta del Sol con misiles cargados de una metralla que el franquismo usaba masivamente: la acusación de libertinaje. Es el discurso que adoptaron, por este orden, la delegada del Gobierno, Mercedes González, que anda de estreno en el cargo y quiere que se note; la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, que encuentra en Ayuso el chivo expiatorio de la crisis turística; la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, que tiene datos de Londres que proclaman responsable a Madrid del descenso de turistas británicos, y la vicepresidenta Carmen Calvo, con su reconocido fervor militante. Madrid es culpable, Ayuso es culpable, hay que derribar a Ayuso. Ábrase una campaña de dos años para asarla a fuego lento, pero que llegue quemada a las elecciones del 2022. Tiene pinta de ser una orden del partido o de su secretario general para curar la humillación de las urnas del 4 de mayo.
Todo es legítimo. Las estrategias políticas son así. Lo que me sorprende es el fondo argumental: el libertinaje. «Cuando uno siembra una falsa libertad, recoge libertinaje», dijo textualmente la delegada del Gobierno en su representación de Pimpinela con el alcalde de Madrid. Los jóvenes no lo recordáis, pero el libertinaje tiene su historia política. En los tiempos del franquismo fue una de las palabras más utilizadas. «No se puede confundir la libertad con el libertinaje», se decía a los que protestaban contra el régimen antes de meterlos en la cárcel. Yo recuerdo mucho esa frase en los mensajes de fin de año del Caudillo y en boca de su baluarte humano, el almirante Carrero Blanco. Carmen Calvo, González Laya, Reyes Montoro y Mercedes González -tres mujeres, por cierto, tres generaciones de mujeres socialistas- serían las destinatarias de esas advertencias dictatoriales.
Y ya ven ustedes que todo vuelve, pero son las víctimas de hace medio siglo quienes utilizan ahora ese vocablo que significa, según la Wikipedia, «conducta desenfrenada en las obras o las palabras» y se asocia a los placeres y caprichos, con una diferencia: el libertinaje que condenaba el franquismo se refería a todo, desde el derecho reclamado a votar a los pecados de la carne. El libertinaje que censuran los socialistas de ahora es de segunda división: tomar unas cañas, tener abiertos los bares, permitir que la gente pueda sentarse en una terraza. Pero es libertinaje y se supone que quienes vivimos en la Comunidad de Madrid y, sobre todo, quienes hayan votado a Díaz Ayuso, están a medio metro de convertirse en libertinos. Si hubiera obispos socialistas, los amenazarían con la excomunión.