La Voz de Galicia

Mar de fondo

Opinión

Lázaro R. Carrillo Guerrero Politólogo

17 Aug 2021. Actualizado a las 05:00 h.

Al tiempo que la mascarilla se hace prescindible en los países ricos, las controversias del mundo vuelven a hacerse evidentes. Cuestionándose si la política y su diplomacia son lo suficientemente eficaces ante sus propias restricciones. Así, en África solo un 1 % de la población está vacunada plenamente; y entre treinta y cuarenta países en el mundo están siendo incapaces de administrar la segunda dosis (según la OMS). Con el riesgo de que un intervalo demasiado largo entre las dos dosis podría facilitar la aparición de variantes más peligrosas y contagiosas.

 

De hecho, la variante Delta ya ha recrudecido los contagios en el Reino Unido. Con la paradoja de que mientras en España y Portugal se anhelaba la llegada de los británicos, Londres imponía una cuarentena para quienes vuelvan de veranear en la Península Ibérica.

Toda una reciprocidad de incertidumbre que también tuvo su escenario en la visita de Biden a Europa. A pesar de las relaciones cálidas entre altos dignatarios, los ciudadanos europeos, aun estando vacunados, permanecen sin poder entrar en Estados Unidos; mientras que, y según el reciente acuerdo del bloque, los estadounidenses sí que pueden entrar libremente en Europa. Pero además esa incertidumbre continuó en la cumbre de la OTAN, centrada en la Rusia armada nuclearmente. Ya que el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, premio Nobel de la Paz en el 2017, se reencuentra con la desvinculación que Jessica Cox, directora de política nuclear de la OTAN, expresa: «Un mundo donde Rusia, China, Corea del Norte y otros tienen armas nucleares, pero la OTAN no, no es un mundo seguro».

En fin, una desvinculación que, por sus circunstancias, muestra que la política y la diplomacia no pueden hacer nada. Y en esta misma línea se tendrá que apreciar si los indultos concedidos por Sánchez van a encauzar el camino para que, recíprocamente y según el deseo del presidente de la CEOE, «las cosas vuelvan a la normalidad»; o que por el contrario se desvinculen de esa senda. La cual tiene su propio horizonte: las elecciones generales del 2023.

La aventura de Sánchez parece jugar con cierta temperatura y viento a favor: las diferencias entre las facciones separatistas y sus diversas reacciones. Y la escenografía secesionista ha salido al frente. Alsina, secretario nacional de la Asamblea Nacional Catalana, iza la amnistía, la exención de delito para los indultados y un nuevo referendo de independencia. Aragonès enarbola lo mismo y da credibilidad a las negociaciones para un acuerdo conjunto de ese nuevo plebiscito. Y Puigdemont rechaza la jugada de Sánchez, distinguiendo que está fardando y que no engañará a nadie. Además su partido, Junts per Catalunya, eleva el banderín de que los indultos no son justicia y son solo soluciones personales y no colectivas.

Pero en toda esta historia prevalecerá la identidad social, económica y cultural del territorio. Tal y como está sucediendo en dos enclaves mediterráneos como Ceuta y Melilla. Que Marruecos no reconoce como españoles. Pero con identidad española y europea. Y, dentro del marco de reciprocidad entre los fondos europeos de los que se beneficia Marruecos y la colaboración de Rabat como peón esencial en la lucha contra el terrorismo y el tráfico de drogas.


Comentar