La Voz de Galicia

Una tarea imposible

Opinión

Ernesto S. Pombo

18 Aug 2021. Actualizado a las 05:00 h.

«Señor, misión cumplida», dijo el comandante del mando de Operaciones, general Francisco Braco, a Felipe VI hace solo cuatro meses. Fue en el recibimiento de los últimos militares españoles en Afganistán, tras 19 años y cuatro meses, y en el que intervinieron 27.100 profesionales de los que 104 dejaron su vida en el conflicto, que costó 3.500 millones a nuestro país.

 

Pero, por lo que vemos, la misión no estaba cumplida. Ni tan siquiera tiene visos de ello. Ya lo dijo el inolvidable George W. Bush, en septiembre del 2001, «el conflicto será largo». Tan largo que veinte años más tarde estamos como el primer día. Porque, como acaba de reconocer Josep Piqué, entonces ministro de exteriores del histórico socio norteamericano José María Aznar, «era ilusorio exportar nuestro modelo a Afganistán», lo que demuestra que «la guerra era una tarea imposible».

No es que ahora, con el paso del tiempo, se descubra la inviabilidad e insensatez de una intervención que se vendió con el eslogan de «guerra global contra el terrorismo». Y a la que, por cierto, España se sumó sin el amparo de la ONU. Porque no solo Afganistán es sede segura para grupos terroristas; lo son al menos otros treinta países, a alguno de los cuales Occidente mira con simpatía.

Las imágenes de afganos desesperados huyendo del terror, encaramados a los aviones tratando de hacerse un hueco; de los niños con mirada horrorizada y de las mujeres narrando que sus vidas no valen nada es la postal que mejor refleja lo que han sido estos años de intervención, humanitaria como le llamaron los más cínicos, en Afganistán. Un fracaso absoluto. Pero no se lo atribuyamos solo a los Estados Unidos. Es un fracaso de Occidente, que se dejó llevar por los cantos de sirena que le convencieron de poder imponer un estado democrático y estable.

El fracaso es de todos. También de los que siguieron ciegamente los desvaríos de Bush. Como lo es la responsabilidad de dejar un país desmantelado y aterrorizado en situación de necesidad extrema, sin derechos, sin futuro y a punto de convertirse en paraíso de grupos terroristas. Pero no nos lamentamos, porque sabíamos, al menos los más tontos lo advertimos, que la occidentalización afgana era una misión imposible. Tan imposible como que esto acabe bien.


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