La Voz de Galicia

Las otras guerras de Putin

Opinión

Fernando Ónega

26 Feb 2022. Actualizado a las 05:00 h.

José Juan Toharia (Metroscopia) ha comenzado a hacer, como si fuese una campaña electoral, un sondeo diario sobre el impacto de la guerra de Ucrania en la sociedad española. La verdad es que la guerra interesa o conmueve más que las elecciones, a juzgar por las audiencias de televisión: los programas especiales captan gran cantidad de espectadores. «La guerra es bella, pero incómoda», dijo una célebre obra italiana. La guerra, como espectáculo, es muy televisiva. Y en cuanto al impacto ciudadano, tras el estudio de Toharia se puede calificar como tremendo: en 24 horas la preocupación de los españoles subió de un 70 a un 88 por ciento, rozando ya el total de la población.

 

No es para menos. El precio del gas y del petróleo se dispararon el primer día y anunciaron una nueva crisis energética. En las Bolsas se perdieron solo en unas horas miles y miles de millones de euros, aunque se recuperaron en cuanto se comprobó que ni la OTAN ni Estados Unidos entrarían en la guerra. Y los analistas nos llenaron de incertidumbre en cuanto se pusieron a interpretar las intenciones de Putin: abundan quienes ven a un exterminador del sistema occidental de libertades, diagnóstico contagioso porque es verosímil. En estos tiempos no es creíble que se invada una nación solo por la expansión territorial. Necesitamos alguien que quiera cambiar el mundo para bien y estamos dispuestos a aceptar que un maligno lo quiera cambiar para mal. Necesitamos un argumento de más altura, de más trascendencia histórica.

Por eso, ahora que ya hemos vuelto a ver los edificios destrozados por las bombas y ahora que ya hay fotos de niños llorando, de colas interminables de refugiados, de rostros ensangrentados y de cadáveres por los suelos, nos anuncian un nuevo ingrediente: de un momento a otro empezará la guerra cibernética. La invasora Rusia prepara ataques masivos contra los sistemas informáticos de particulares, empresas y organismos públicos. Se prepara un caos formidable y se nos recomienda que reforcemos nuestras defensas y contraseñas. Es como si, habiendo disminuido tan rápido el pánico financiero, alguien tuviese necesidad de mantenerlo en las tecnologías. Naturalmente, no falta quien difunde la tesis de que la creación de coronavirus en laboratorio forma parte de la misma guerra.

Ignoro dónde está la realidad y dónde la imaginación. Lo único cierto es que en Ucrania se empieza a producir una catástrofe humanitaria con un millón de refugiados que no tienen a donde ir. Lo cierto es que las bombas no distinguen objetivos militares de casas de viviendas. Lo cierto es que el presidente ucraniano tiene razón y Europa lo deja abandonado. Y lo cierto es que Putin no hizo esta guerra para perderla. Y con la destrucción física o con la imposición de un durísimo pacto añadirá otra joya a su corona de conquistas: otro territorio arrebatado a la libertad.


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