La Voz de Galicia

Un hombre muere atropellado en el mar, nadie se moja

Opinión

Javier Armesto

29 Apr 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado dos semanas desde que el coruñés Juan Manuel Tábara murió al pasarle por encima una motora de competición mientras nadaba frente a la playa de Sanxenxo. El suceso sigue pendiente de la correspondiente investigación y resolución judicial, que lógicamente se hace con la minuciosidad y todas las garantías legales con las que trabaja la justicia en este país. Pero, como ocurre con cualquier noticia, el tiempo va diluyendo su impacto y se corre el riesgo de que este trágico incidente —sea delito o accidente— quede guardado en un cajón, oculto entre otros muchos temas que la actualidad va amontonando. Y este es un asunto que afecta a la familia de Juan, pero también a todos los gallegos.

 

Galicia es una comunidad en la que parte de su población vive del turismo, que representa alrededor del 11 % de PIB y del empleo, y subiendo. Tenemos la suerte de vivir en la región con más kilómetros de costa, y además con una variedad y una belleza que hacen que sea un imán para visitantes de todo el mundo. Pero si uno no puede nadar o meterse en el mar con seguridad, algo va mal.

Este fin de semana, por ejemplo, ¿estarán todas la playas con sus zonas de baño balizadas? ¿Se controlará las embarcaciones que se acercan a la costa y a quienes las patronean o pilotan? Falta poco más de un mes para el verano y no parece que esto esté resuelto. Sorprende además el silencio que se ha instalado sobre este asunto por parte de la Administración autonómica, autoridades locales y también los clubes náuticos, los primeros interesados en que la actividad de quienes atracan en sus pantalanes se atenga a unas normas. En el mar, como en la carretera, la convivencia hay que regularla.


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