Podredumbre en el fútbol
Opinión
15 Jun 2022. Actualizado a las 05:00 h.
Ahora que el deportivismo llora desconsoladamente, conviene recordar que el club cayó al pozo porque un tal Luis Rubiales, presidente de una entidad privada llamada Real Federación Española de Fútbol, reconoció que «hemos adulterado la competición». Tanto se adulteró que el mismo sujeto previó que «van a venir demandas». Y es que llevamos meses conociendo los desmanes y tropelías del tal Rubiales al frente del organismo; protagonizando episodios más propios de otras prácticas que del deporte hegemónico en este país.
Amparado por los 711.000 euros anuales de salario que se ha adjudicado, el tal Rubiales presenta un currículo profesional de fechorías. Hay de todo y para todos los gustos. Un amplio catálogo de maniobras que, de confirmarse, muchas de ellas vulneran la legalidad. Entran en lo delictivo.
Grabaciones clandestinas a ministros actuales, amenazas chulescas al presidente Sánchez, que no debería haber consentido; enchufe en la federación de su pareja, con la que viajó por el mundo a cuenta del organismo; pisos de lujo a cargo de la entidad; lucro por venta de patrocinios; destrucción de archivos con informaciones comprometedoras; negociación de la Supercopa en Arabia; cambalaches con Gerard Piqué y denuncias de cinco clubes por amenazas, coacciones y prevaricación, al no plegarse a sus exigencias y según denunciaron ellos mismos.
La federación de fútbol está convertida, en manos del tal Luis Rubiales y con la ayuda, entre otros, de Piqué, en una fructífera agencia de negocios. Al servicio de un clan que empieza a resultar altamente peligroso para el propio país. Con el apoyo de 83 directivos de clubes que apoyaron su gestión, y Alejandro Blanco, que según parece preside el COE y que es uno de sus fervientes defensores. Como el seleccionador Luis Enrique.
Pero lo preocupante de esta situación es que nadie da el primer paso para cerrar el bochorno. Incluso para los no forofos, el fútbol forma parte de nuestras vidas. Porque lo impregna todo. Pero hace tiempo que en España dejó de ser un deporte para convertirse en un mundo de podredumbre, chantajes y deshonestidades al que no se quiere poner fin.