La Voz de Galicia

«First Class»: La telerrealidad de los pijos

Opinión

Beatriz Pallas
El artista Aldo Comas es uno de los protagonistas de «First Class»

29 Jun 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Es la última bomba de Netflix. Un pastiche con ínfulas envuelto en ropa de lujo y fiestas que «nunca terminan, solo se desvanecen». Esto, dicho en spanglish. Ricos y pijos de la élite catalana cuya existencia, en la mayor parte de los casos, desconocías son los protagonistas de los seis episodios de First Class. Telerrealidad es una palabra demasiado concreta para definir esta brumosa divagación. Por si sirve de ayuda, la plataforma lo llama surreality. Y el nombre de Salvador Dalí es tomado en vano cuando dos de los participantes, como parte de la juerga perpetua, se lanzan en paracaídas y divisan Cadaqués desde el aire.

First Class está protagonizado por un ecléctico grupo de amigos con «talento para vivir», buenos contactos para conseguirlo y ganas de enseñarle sus principios al mundo. Un mundo en crisis, sí, pero ¡qué caray! «Hay que sublimar cada uno de los momentos». Hay en la pandilla un «artista del renacimiento», un relaciones públicas que es «como la guía del ocio», gente que no sonríe porque eso da arrugas y que se compra bañadores que no se pueden mojar. Personas que saben cómo combinar un Valentino con un bolso de polipiel sin caer en la vulgaridad extrema a la que sucumbiría cualquiera sin la clase que ellos poseen. La misma que les permite sumergirse en la naturaleza entre vacas y ovejas con tacones y vestido de tul.

 


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