La Voz de Galicia

Utilidades de los colmillos

Opinión

Francisco Ríos

02 Jul 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Dice el Diccionario de la locución verbal escupir por el colmillo que significa ‘echar fanfarronadas’. Entre esto y lo que la expresión indica literalmente hay un trecho difícilmente salvable, al menos para quien no frecuente ambientes donde sea normal expeler saliva en público. La explicación puede estar en una entrevista con Antonio Gala publicada hace tempo en El Semanal. En ella, hablando del mítico diestro Pedro Romero, el dramaturgo dice: «Un torero con la boca seca es síntoma de que tiene miedo. Él escupía por el colmillo y luego restregaba el escupitajo con la zapatilla». Ignoramos si el diestro sentía temor, pero su escupitajo parecía probar que no. En muchos, desde luego, escupir por las comisuras de los labios, junto a los colmillos, no pasa de fanfarronada, de alardear de un valor del que quizá se carece.

 

 

 

La expresión, con cualquiera de los sentidos, parece haberse quedado más para usos literarios que para el habla cotidiana de hoy. Como cuando un oscuro personaje de Delibes, el Pernales, le pregunta a un niño si sabe escupir por el colmillo. Al «no» del crío, responde: «Has de aprenderlo. Un hombre que sabe escupir por el colmillo ya puede caminar solo por la vida». Y añade: «Yo aprendí a escupir por el colmillo, hijo, cuando me di cuenta que en el mundo hay mucha mala gente y que con la mala gente si te lías a trompazos te encierran y si escupes por el colmillo nadie te dice nada».

Quizá incluso más usada que esta ha sido la expresión tener el colmillo retorcido, que nos hace recordar a algunos animales que así los tienen y de los que conviene guardarse, como los jabalíes de mal carácter. Se dice que tiene el colmillo retorcido quien es astuto y sagaz por la edad o la experiencia, y difícil de engañar. De Baroja es este vivo retrato: «La madre era una chatorrona gorda, con el colmillo retorcido y la mirada de jabalí».

El colmillo, como toda pieza dental, es rígido, pero en usos figurados adquiere ductilidad, como muestra un analista que dice de un Gobierno que cuando se enfada «retuerce el colmillo».

Pero los colmillos dan para mucho más, aunque no siempre sepamos entender sus usos. Solo una muestra: un cronista deportivo que narraba un partido entre el Guadalajara y el América describió un lanzamiento de falta explicando que «lo tira el Cosas con sobra de colmillo para que el Pelón Gutiérrez, desmarcado y encarrerado por el lado de acá, anote el quinto: 5 a 4».

Hay que tener colmillos.


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