La Voz de Galicia

El incendio extremo

Opinión

Francisco Ríos

23 Jul 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Quien recorra estos días autopistas, autovías y carreteras españolas equipadas con rótulos luminosos podrá ver varias veces durante su viaje el mensaje «Riesgo de incendio extremo». Esta redacción crea en el viajero la duda de si extremo se refiere a incendio para señalar uno de enormes proporciones o al peligro de que se declaren fuegos. Pues se trata de esto último. Aquí se menciona el nivel máximo de la escala que se emplea para medir el riesgo de que haya siniestros de esta naturaleza: bajo, moderado, alto, muy alto y extremo. Una pequeña alteración del rótulo hubiese permitido evitar la duda: «Riesgo extremo de incendio».

 

 

 

Ante casos como este, se puede consultar la Gramática, que reflexiona con cierta amplitud sobre la posición relativa de los modificadores del sustantivo. Pero incluso secuencias como la del rótulo de Tráfico, gramaticalmente correctas, pueden resultar ambiguas. Eso es lo que hay que evitar. No basta con que el lector deduzca el sentido. El texto no ha de dar pie a la duda.

Mensajes como el de los incendios, divulgados año tras año en tantos lugares, deberían estar redactados con cuidado. Un caso ya clásico es el de coto privado de caza, que deja a los aficionados sin piezas cinegéticas a las que poner en su punto de mira. Si fuese un coto de caza privado, al menos los dueños tendrían a qué apuntar sus escopetas. Lo de que el orden de los factores no altera el producto no siempre es válido. Así, de la expresión colegios de médicos gallegos podría deducirse que se excluye de la colegiación a los que no son naturales de Galicia. Como no es así, queda más claro mencionar a estas entidades como colegios gallegos de médicos.

 

 

 

 

Los casos son infinitos. Más ejemplos: no es lo mismo el «Abrigos para señoras de piel vuelta» que anuncia una tienda que abrigos de piel vuelta para señoras; o la vacuna contra la tuberculosis española que la vacuna española contra la tuberculosis. La humanización de las máquinas avanza imparable. Al menos es lo que se deduce de un parte sobre dos jóvenes que «fueron sorprendidos por agentes de la Policía Local circulando en patinetes en estado ebrio». Hay quien todavía no se ha repuesto de la impresión que le ha causado saber que hasta los patinetes se embriagan.

 

 

 

¡Cómo está el mundo!


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