Epidemias en un mundo cambiante
Opinión
03 Aug 2022. Actualizado a las 05:00 h.
Una de las características de la época actual es la rapidez y la magnitud en que se producen los cambios, los cuales afectan no solo a la globalización comercial y económica sino también a la propagación de las enfermedades.
Se producen cambios a nivel global y también local que inciden en la salud humana. Los límites de distribución de ciertas enfermedades circunscritas durante mucho tiempo en determinadas regiones del planeta se están expandiendo. Un ejemplo reciente lo hallamos en el virus africano que produce la viruela del mono, virus detectado por primera vez en humanos en 1970, sin embargo, es en el 2022 cuando se expande. Pero no solo se propagan enfermedades conocidas, también emergen nuevas enfermedades, como es el caso del covid-19. Otro importante cambio se vincula con la expansión de las especies potencialmente transmisoras de enfermedades, lo que llamamos vectores. Un buen ejemplo lo tenemos con la llegada a Europa de los mosquitos asiáticos del género aedes (entre ellos el mosquito tigre).
Pero ¿por qué se producen estos cambios? ¿Cuál es la situación epidemiológica actual? Para dar respuesta a las preguntas formuladas es preciso recordar que los humanos formamos parte de una biosfera extremadamente compleja en la que se han establecido multitud y complejas relaciones entre los seres vivos y el ambiente donde viven. Relaciones que en muchos casos se están alterando. La vida silvestre desempeña un papel clave en la emergencia de las enfermedades infecciosas, pues la salud humana y la salud animal están estrechamente relacionadas. En dicho sentido, la mayoría de los virus que infectan a los humanos, ya sean emergentes o no, tienen su origen en los animales. Por ejemplo, el VIH, el dengue, el sarampión, la viruela, el MERS y el SARS-CoV-2 son de origen animal. Ahora bien, las enfermedades no solo circula de los animales a las personas. Los humanos también podemos transmitirlas hacia los animales.
El fenómeno de las epidemias en la especie humana no es nuevo. Las hemos sufrido desde la antigüedad. Sin embargo, hoy en día el impacto de las zoonosis (enfermedades transmitidas por animales) se considera un fenómeno sin precedentes en nuestra historia.
Para que surja una epidemia deben de cumplirse tres condiciones: que se produzca el salto de especie, es decir el patógeno que infecta una especie animal se adapte a infectar a las personas; que el patógeno tiene que infectar a mucha gente (es el proceso de amplificación); y que la enfermedad tiene que propagarse por un extenso territorio.
La actividad humana de los últimos años está aumentando la probabilidad de que se cumplan las tres condiciones citadas. Las numerosas alteraciones ambientales, entre ellas la deforestación de las zonas tropicales, facilitan el salto de especie. Los nuevos asentamientos humanos en zonas tropicales exponen a las personas a patógenos desconocidos.
La diferencia con épocas anteriores es en gran parte debida a la movilidad. Las personas infectadas pueden desplazarse desde las selvas a zonas densamente pobladas, en cuyo caso facilita el proceso de amplificación. Si las áreas pobladas donde se produce la amplificación están conectadas con el resto del mundo la propagación de los patógenos se produce a escala global. Wuhan ilustra lo que se acaba de exponer. En esta ciudad china donde viven millones de habitantes se produjo el proceso amplificación. Wuhan es una metrópoli con una gran actividad económica y estudiantil, muy conectada con las principales ciudades mundiales, característica que facilitó la rápida propagación del covid-19.
En la historia de nuestra especie se han producido tres transiciones epidemiológicas que han dado lugar a la aparición de nuevas enfermedades. Actualmente estamos iniciando la cuarta transición epidemiológica originada por la globalización y el efecto del cambio climático. Afortunadamente, estamos mucho más preparados tecnológicamente que en épocas pretéritas.