El teléfono de la Moncloa
Opinión
28 Aug 2022. Actualizado a las 05:00 h.
La ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, dice que el PP no le coge el teléfono al Gobierno, y yo me imagino al Gobierno —piticlín, piticlín—, «¿está el PP? Que se ponga». A mí a veces me llaman los bancos, las aseguradoras, las operadoras telefónicas para despertarme de la siesta, y, a pesar de que voy bloqueando sus números, ellos insisten, y consiguen abrirse paso e irrumpir en medio de la tragedia de los leones que se zampan al ñu que cruza el Serengueti, como una metáfora de la vida política —a veces, en la duermevela, me imagino que el ñu es Pablo Casado—. Mis acosadores compran ristras de números, como aquellas que vendían por las gradas los payasos de los circos de antes, y los ordenadores de las telefonistas bolivianas, que nos llaman desde el otro lado del océano fingiendo que allí también son las cuatro de la tarde, van saltando de número en número hasta encontrar un hueco en mi móvil por el que colarse. Algunas veces me preguntan si soy María García: me imagino que muchas mujeres contestarán que sí; yo, cuando me aburro, también. Quizá porque en mis entrañas se mantiene encendido un rescoldo de esperanza de oír la voz humana de Cocteau. O, ya puestos, aquella canción tan cursi de Domenico Modugno, Llora el teléfono. Las telefonistas bolivianas son más perseverantes que las del Gobierno. Por eso entiendo la queja de Diana Morant. A lo mejor debería llamar a Génova poniendo acento boliviano y preguntando por María García. Lo mismo se le pone Alberto y solucionan sus cosas.