La Voz de Galicia

El productivo «narco-»

Opinión

Francisco Ríos

03 Sep 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Narco-, acortamiento de narcótico (‘estupefaciente'), se ha convertido en un elemento compositivo sumamente productivo. Quienes han de escribir sobre asuntos de narcotráfico han encontrado en él una fórmula para designar con una sola palabra lo que de otra forma necesitaría expresiones denominativas complejas. Así, por ejemplo, se evita el empleo de traficante de drogas recurriendo al más breve narcotraficante, que aún puede acortarse más, hasta dejarlo en narco.

 

 

 

 

 

 

Hay narcotérminos para el transporte, como narcoavioneta, narcolancha o narcosubmarino, que no necesitan de más precisiones para saber lo que transportan; otros van de monedas, como narcodinero o narcodólar; algunos hablan de violencia, como narcoguerrilla, que es la que se financia con el tráfico de drogas, narcoguerrillero, narcoterrorismo y narcoterrorista. Se emplean también narcopiso (vivienda adonde los adictos acuden a comprar y a consumir sus dosis), narcotúnel, narconovela, narcocultura y narcoléxico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De uso limitado a algunos países americanos son narcoloco (persona que cambia marisco en veda por drogas), narcomadera (aquella con la que se trafica ilegalmente), narcopolítica (influencia de los narcotraficantes en los poderes del Estado), narcoserie, narcoficción...

 

 

 

 

Quizá la más exótica de estas voces sea narcomanta, a veces acortada como manta. No es esta, ni mucho menos, la pieza de tela gruesa que se emplea para abrigarse, sobre todo en la cama, sino un narcocomunicado o narcomensaje, que los narcos dejan a veces junto a las crueles obras de los traquetos, gatilleros o sicarios que emplean para ejercer la violencia. Se trata de telas en las que escriben mensajes. Estos van desde intentos de justificar los crímenes más horrendos a amenazas a clanes rivales o a servidores públicos.

 

 

Narco- aparece también en el nombre de un estilo musical, el narcocorrido, variante de una composición característica del folklore mexicano. Son narraciones de historias del narcotráfico que enaltecen a sus protagonistas. Como esta que dedicó con fino estilo a un famoso narco el conocido como Príncipe del Corrido: «Sigo vigente con toda mi gente, comando el cartel siempre muy al frente, mi nombre es noticia: el Ojos, el Malo, soy Felipe Pérez». Tiempo después hubo un final frecuente en estas historias: el Príncipe apareció muerto con unas cuantas balas en el cuerpo, y el Ojos fue abatido por especialistas de la Armada mexicana.

 


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