Meloni, por sus obras la conocerás

No es una enfermedad. Ni una plaga. De momento. Ha ganado unas elecciones. No ha dado un golpe de Estado. Tiene derecho a sus cien días, como cualquiera que accede a tan alta responsabilidad. Georgia Meloni, por sus obras la conocerás. Volvemos a hablar en tres meses. Italia es el país que más fondos europeos iba a recibir de la Unión Europea. No creo que Meloni dinamite la caja del euro. Prevención toda, por sus declaraciones de todo menos pasivas. Miedo, ninguno.

La realidad del poder, tan complejo siempre, tiene que imponer un término medio entre los analistas que han dicho que la victoria de Meloni es el último clavo del ataúd de Europa y los que han blanqueado sus propuestas hasta casi llamarla política de centro. Esperemos, sin confiar en los milagros, trabajando por una Europa fuerte, ante un mundo cada vez más difícil.

Meloni dice que la Unión Europea no debe temer, tiene que saber que al fin Italia solo defenderá sus intereses nacionales. El solo es la parte que menos tranquiliza. Italia tiene un sistema electoral peculiar. Sus coaliciones son inestables por definición. Ella ha obtenido el triunfo, pero necesita a Salvini y a Berlusconi. No sé si eso es bueno o muy malo. Pero Italia, como país, los italianos, como ciudadanos, ya sobrevivieron a Salvini y a Berlusconi, en el Gobierno. En Italia, la duración media de los gobiernos es de año y medio. Andreotti dirigió uno de nueve días, como contó Alsina.

Dejemos la histeria para otros. Sus obras nos dirán si Meloni va a ser un dramático peón de Putin en el odioso ajedrez de la guerra. O si va a alinearse de forma descarada con Hungría y Polonia. Su victoria ha sido democrática, confiemos en que su gestión también lo sea. En España, el sistema constitucional acoge proyectos tan dispares como Unidas Podemos y Vox, como tiene que ser. La Constitución, el Sistema, es un dique. Aquí y en Italia. Un muro, también para el que toma las decisiones. No etiquetemos antes de tiempo.