La Voz de Galicia

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Opinión

Paco Sánchez

15 Oct 2022. Actualizado a las 05:00 h.

Le leí a alguien ayer que la ciencia es de izquierdas, y lo decía en el mismo tono que usó Carmen Calvo cuando era la viceprimera para asegurar que el feminismo «no es de todas. No, bonita». Que les pertenecía a las socialistas porque se lo habían currado. Pues esta igual y en un tono tan parecido que quizá pretendía parodiarlo y no me di cuenta. Pese a la reivindicación de la ciencia, parece que las matemáticas dan problemas. La versión americana de Jesulín de Ubrique y su «en dos palabras, im-prezionante» la produjo esta semana el presidente Biden, y sus súbditos todavía la están riendo. En realidad, lo del torero delataba un problema con la gramática. Pero el de Biden remite a un error de tabla de sumar. Quiso presumir en la sede de la Volvo en Maryland y dijo: «En dos palabras: made in America». A saber si se despistó otra vez o si su escritor de discursos anda a estas horas buscando trabajo.

 

No hay que irse tan lejos. En este periódico, hace dos o tres días, una catedrática de Derecho decía que habría que garantizar un mínimo de mujeres en las listas electorales pero sin renunciar a un máximo que podría ser justo. Efectivamente, si se habla de dos partes, garantizar un mínimo a una significa limitar a la otra en igual proporción y, como consecuencia, establecer un máximo para ambas. ¿La paridad es injusta? Sí, porque quizá excluya a gente más capaz. Pero exigir un mínimo y rechazar un máximo, ¿es justo?

En general, las matemáticas tienden a parecer muy injustas, porque se resisten a plegarse según nuestros deseos, ideales o conveniencias. Así que a lo mejor son de izquierdas, no voy a discutir algo de esa enjundia. Lo más probable que sean de izquierdas solo a ratos.


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