La Voz de Galicia

Davos: las caras de la globalización

Opinión

Fernando González Laxe Expresidente de la Xunta de Galicia

25 Jan 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Acabó Davos y se suscribieron consensos en torno a determinados retos que no deben ser subestimados. Se constata una mejoría del cuadro económico global, pero se detectan peligrosas derivas en ciertas dimensiones, tales como los efectos relacionados con el cambio climático o los incrementos de las desigualdades económicas y brechas sociales. De los debates extraemos dos interpretaciones distintas: para unos, el panorama se esclarece; para otros, queda por delante la adopción de decisiones atrevidas e inquietantes.

 

Davos subrayó las repercusiones de un mundo fragmentado, dominado por las políticas de deslocalización y los enfoques multipolares, que aceleran las dinámicas desintegradoras tanto en los terrenos de la seguridad, comercio, inversiones, normas laborales, aplicaciones informáticas o respuestas sanitarias, por ejemplo.

De esta forma, no resulta difícil centrarse en las responsabilidades sobre las que debemos pronunciarnos. En las intervenciones posteriores a la cumbre de Davos predominan aquellas que afirman que se ha esquivado la caída abrupta de la economía mundial y las grandes disrupciones provocadas por la guerra. Más también es cierto que podemos enumerar situaciones que requieren actuaciones inmediatas, como las derivadas del alza de determinadas materias primas que incentivan una presión inflacionaria; la necesidad de seguir con una política monetaria restrictiva a pesar de los incrementos de las deudas públicas; la continua erosión del poder adquisitivo de las personas y los incrementos de los ratios de la desigualdad; o las fuertes presiones proteccionistas, que conducen a situaciones de desequilibrio económico.

Pero, sin duda, en la sociedad mundial hay un cierto desencanto y una situación de malestar que se plasma en distintas narrativas. Recientemente, los profesores Anthea Roberts y Nicolas Lamp propusieron clasificar dichas narrativas en seis grandes grupos. Lo hacen en función de la unidad de análisis (nacional o internacional); de quién se considera que ha ganado (todos, nadie o alguno); y a costa de quién (atendiendo a la redistribución). De esta combinación surgen las distintas explicaciones que escuchamos a diario.

Tenemos dos polos. Uno enfatiza que en el actual marco de la globalización ganamos todos; es, pues, un análisis que no presta atención a los repartos y convencido de que la expansión de las relaciones comerciales augura paz y prosperidad. Otro, en sentido contrario, cuya narrativa explica las amenazas globales y subraya las crecientes vulnerabilidades derivadas de la interdependencia sistémica.

Luego tenemos cuatro narrativas que resaltan postulados diversos. En primer lugar, dos situadas a la izquierda: la populista, que insiste en poner énfasis en que la distribución y sus efectos beneficia a unos pocos, que no comparten sus beneficios y perpetúan la ratio ganadores/perdedores; y la que reseña que el poder corporativo, centrado en las grandes empresas, se ha convertido en un gigante difícil y complejo de regular. Por el otro postulado, en la narrativa de derechas tendríamos, por un lado, la derecha populista, que denuncia el derecho de las condiciones de vida a través del «robo» de unos empleos y personas sobre otros; y la otra narrativa de derechas que basa su defensa en la geo-economía, interpretando que las relaciones internacionales son un juego de suma cero, subrayando las amenazas como una pérdida de poder relativo ante la emergencia de un mundo multipolar.

Cada intérprete subraya los relatos políticos sirviendo a ciertos intereses en conflicto. Los diagnósticos nos sirven para encasillarnos en una u otra narrativa. De ahí la multiplicidad de caras y de actuaciones anti-establishment. Solo queda reflexionar sobre cuál de las narrativas muestra alguna promesa viable en el marco de la propensión natural de la globalización. Y algo claro: es necesaria una reforma de funcionamiento del capitalismo mundial. No acometerlo generará mayor conmoción en un futuro próximo.

 


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