Cuando Netflix no tenía reglas
Opinión
25 Jan 2023. Actualizado a las 10:50 h.
Cuando Netflix inventó la nueva televisión, el mundo del streaming se convirtió en esa Arcadia feliz donde el espectador de la vieja escuela encontró un maná de series y películas en bucle que jamás había podido imaginar. Frente a las estrechas normas de horarios y contenidos de la emisión tradicional, Netflix abanderó la libertad en todos los frentes. Su cofundador Reed Hastings, uno de los hombres que hicieron pleno a la hora de crear a partir de un pequeño videoclub a domicilio un enorme imperio, presumía de ello en su libro Aquí no hay reglas. Desde la cima del éxito explicaba sus métodos casi anárquicos y su convencimiento de que la transparencia y la autonomía fomentaban la creatividad y la responsabilidad. Eso en cuanto a sus empleados. Con respecto a los clientes, las cuentas compartidas se observaban como un funambulismo del márketing que dejaba contento a todo el mundo.
Ahora Hastings deja su cargo de consejero delegado y abre una nueva época en un momento delicado. Nadie le discute, por ahora, a la compañía de la N roja su condición de líder en el mercado de las plataformas, pero la hora de instaurar reglas es inaplazable. La implantación de un plan con publicidad, más barato, fue la primera renuncia a los principios fundacionales. En pocas semanas llegará la inspección de las contraseñas multipropiedad.