Secretos de Estado
Opinión
16 Apr 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Hace más de una década, la filtración, por parte de la organización Wikileaks, de una ingente cantidad de documentos clasificados hizo tambalear nuestra percepción sobre la seguridad informática de las instituciones, la vulnerabilidad de internet y, sobre todo, nos hizo tomar conciencia sobre la cantidad de información confidencial que se encuentra al alcance de cualquiera que tenga la capacidad para hackear. Hoy, ha sido el joven miembro de la Guardia Nacional Aérea de Massachussets, Jack Teixeira, el que ha vuelto a poner en jaque al Pentágono al divulgar información clasificada.
En ambos casos se ha podido constatar la facilidad con la que se otorga acceso a información sensible o confidencial al personal que trabaja en el área informática del ejército de EE.UU. así como que los protocolos de seguridad no lo son tanto.
Es previsible que la sentencia a Teixeira sea ejemplar, para disuadir a los imitadores. Pero, además, este caso, no solo hará revisar los protocolos de acceso a la información sensible sino que, previsiblemente, también propiciará una actualización de la obsoleta legislación sobre espionaje, tanto en EE.UU. como en todos los países. No estaría de más que, se aprovechara para reforzar la seguridad de la información privada —datos bancarios, médicos, etcétera— de todos los ciudadanos, ahora que prácticamente todo se gestiona online.