La Voz de Galicia

Las marcas de Caín

Opinión

Xosé Carlos Caneiro Xosé Carlos Caneiro

22 May 2023. Actualizado a las 05:00 h.

En el capítulo cuarto del Libro del Génesis se hace referencia a la marca de Caín. Dios declaró que el primogénito de Adán y Eva estaba maldito y puso sobre él una marca para que nadie lo aniquilase. Su maldición pretendía quitarle a Caín el beneficio de su principal ocupación, la agricultura. «Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza: errante y vagabundo serás por siempre». Caín nunca se libró de su marca. Aun siendo primogénito de Adán y Eva no consiguió levantar cabeza por los siglos de los siglos. Hasta hoy. Caín tiene sus seguidores, ciertamente. Mucha literatura (Charles Baudelaire, Unamuno, Saramago, Hermann Hesse, etcétera) y arte tras de sí. Pero no goza de fama. Todo por la marca que un día el Señor le impuso. Las marcas importan. Y a veces hay que esconderlas. Caín no pudo.

 

 

Lo de las marcas tiene su importancia. En los grandes buscadores y en los territorios de las redes sociales todos estamos marcados. Hay gente que se pasa la vida buscando una buena marca y cuando lo consigue, como si hubiese creado el universo, se echa a descansar. En la política, las marcas son otra cosa. Los grandes partidos políticos tienen épocas en que sacan a pasear su charrán (o su gaviota), su puño o su rosa, su martillo o su hoz, y tienen épocas en que las envuelven en terciopelo y las ponen a dormitar el sueño de los justos. Recuerdo medio muerto el charrán del PP cuando cayó sobre él la maldición de la Gürtel, que era como la maldición de Caín pero en versión madrileña y valenciana. Y recuerdo la época de los GAL y la corrupción felipista, de la que ya casi nadie se acuerda, y cómo la rosa y el puño se convirtieron en flor mustia y muñón. También recuerdo a Feijoo haciendo de «Galicia, Galicia, Galicia» su señal de identidad. En estas elecciones, que en nuestra tierra son solo municipales, hay alcaldes que no quieren saber de sus marcas. Sucede principalmente con la insignia del PSOE, que ahora por obra y gracia del actual presidente está pasando horas bajas o muy bajas. No le hables a Abel Caballero de su marca. Su marca es Vigo. Hasta el alcalde de mi pueblo, que es una villa chiquita y decaída, escapa de las siglas que defiende, las socialistas, como si fueran la peste. Han puesto una gran foto suya con las siglas del PSOE abajo y acurrucadas. También circula un vídeo en el que se dice que voten por él, no por su marca, que no aparece en todo el vídeo. Semeja que los socialistas se arrepienten de ser socialistas y yo me pregunto por qué. Hay una fácil respuesta: es difícil sacar pecho con su partido. Son los que han firmado la ley del solo sí es sí, salvada por el PP. Los que han pactado con los independentistas vascos y con Esquerra su ley de vivienda o su memoria histórica. Los que gobiernan Navarra también con el apoyo de Bildu (de sus listas municipales, con 44 joyas, ya ni hablo). Las marcas a veces acarician y a veces arañan. Hoy la del PSOE, duele. Y mucho.


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