La Voz de Galicia

La formación de Galicia y los terremotos

Opinión

Juan Ramón Vidal Romaní Catedrático emérito de Geología de la UDC. Académico numerario de la Real Academia Gallega de Ciencias

27 May 2023. Actualizado a las 05:00 h.

La Tierra no es estable. Lo dicen estaciones climáticas, mareas, el día y la noche o las lluvias. Por supuesto, lo que más asusta a la especie humana es la radiación solar con sus excesos imparables, los volcanes y los terremotos. Y de todos esos fenómenos, los que más inquietan, sin ser los peores, los terremotos que se sienten tanto más cuanto más próximos estemos a un borde de placa, donde al estar la corteza rota los movimientos son mas violentos. Y en Galicia estamos entre dos grandes fallas: la que define el borde norte de la Península Ibérica y la que va desde A Guarda en el sur cortando todas las desembocaduras de las rías y en Vigo las islas Cíes, hasta Muros.

 

Los sismos se atienen a unas pautas: magnitud, intensidad y localización, aunque no sabemos cuándo se van a producir. Pero cualquier terráqueo sabe que si un edificio o de un puente cumplen la norma sismotectónica se puede confiar en ellos, y que si cae o sufre daños se debe a que estaba mal construido. A los que viven en Galicia, un movimiento sísmico en el mundo les trae la duda de si se puede repetir aquí. Y hay razones para ser precavidos, porque todo el relieve de Galicia se ha formado a consecuencia de choques entre placas: la cordillera Cantábrica, la costa atlántica, incluso el encajamiento de la red fluvial, tan característico del noroeste ibérico, o las alturas alcanzadas por algunos acantilados rocosos, como cabo Ortegal, donde se aceleró un desprendimiento no por un terremoto, sino por la elevación del terreno producida por el choque de placas. Todos estos riesgos surgen del propio origen geológico de Galicia y acompañan a nuestra tierra desde hace 300 millones de años. El riesgo sísmico en Galicia es moderado, como lo prueban los hórreos distribuidos por todo el territorio. Y la provincia de Lugo es la que registra los seísmos más fuertes desde 1944 y, especialmente, entre 1995 y 1997. Allí se dieron algunos de intensidad 5-6 con epicentros en Triacastela, Baralla y Becerreá, pero en Lucus Augusta la muralla romana continúa intacta desde hace dos milenios. Sin embargo, el riesgo principal de Galicia está en la costa. La subida del nivel del mar consecuente con la deglaciación ha hecho aumentar el riesgo de que terremotos con epicentro en el fondo marino asolen con tsunamis toda la costa hasta el mismo fondo de sus rías, las zonas más densamente pobladas de Galicia.

 

 


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