La Voz de Galicia

Sentirse útil

Opinión

María Viñas

05 Sep 2023. Actualizado a las 16:06 h.

En una de sus últimas entrevistas —una charla con Anne Igartiburu en Telemadrid—, María Teresa Campos lamentó que por ser «mayor» no hubiese «un sitio en ningún sitio de la televisión de este país» para ella. «Yo necesito trabajar —dijo tozudamente—. Porque este trabajo, aunque sea un poquito, llena mi vida». Le pesaba estar en su casa «sentada»; le hacía daño, confesó. No le parecía «justo».

La indiscutible reina de las mañanas —por mucho que le pese a Lecquio— pasó los últimos meses de su vida alejada de la exposición pública, con un importante deterioro cognitivo que de forma evidente la incapacitaba para salir en antena. ¿Pero cómo se sintió entonces ella, la que tanto camino había desbrozado, la que tanto había enseñado a las que vinieron después, la que tanto había amenizado la vida al telespectador hasta que, sin avisar, la luz de su cabeza empezó a apagarse? Inútil se sintió.

Una delgada línea separa la gerontocracia del edadismo, y en esta nuestra sociedad, en la que cada vez estamos más lúcidos y en forma hasta —cada vez— más tarde, ni uno mismo sabe cuándo parar ni los de alrededor cómo gestionarlo. La tendencia no es alentadora: al mayor se le descarta del espacio visible, se le aparca, se infravalora su mucho saber. Y sin entrar en las diligencias concretas de Telecinco —su amiga Rosa Villacastín censuraba ayer que ni siquiera hubiesen contado con ella para colaboraciones, especialmente cuando «no sabía hacer otra cosa; porque no había hecho otra cosa en su vida que trabajar, porque necesitaba el alimento del trabajo»—, lo cierto es que no hacer nada consume, que incluso sin vocación visceral y hasta el gorro de dar palos al agua toda la vida ponerse a ver la vida pasar, sin propósito alguno, resulta desalentador.

A la informadora y entretenedora que fue la Campos terminó eclipsándola el personaje, el chiste, el circo del corrillo y, quizá, sí fue lo mejor retirarla del foco en su errática etapa final. Pero ella se percibía desabrigada. Conviene no olvidar que así como los ves, así te verás.


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