El que se salvó: bajó a por una copa
Opinión
02 Oct 2023. Actualizado a las 09:18 h.
Nos llenamos la boca con razonamientos del tipo qué hubiese pasado si hubiese tomado otra decisión. Hay una frase muy bonita, creo recordar que de Octavio Paz, que dice: «Cualquier decisión invalida mil futuros». Los cruces de caminos. Las teorías sobre el carácter o el destino. Todo da igual cuando aparece el azar. Todos salta por los aires cuando un suceso se cruza en tu vida y en una décima de segundos mueres o vives.
Así sucedió en la tragedia de Murcia, en la que al menos trece personas perdieron la vida en un incendio que acabó devorando tres locales. Menos mal que, de los otros dos establecimientos, fueron desalojadas a tiempo cientos de personas. Eran más de las seis de la mañana y todos sabemos cómo se debían de encontrar a esa hora la gran mayoría de los que seguían de fiesta.
Parece, según informan nuestros compañeros de La Verdad de Murcia, que el fuego se inició en la discoteca La Fonda, donde Eric, un repartidor de Coca-Cola, estaba celebrando su cumpleaños. Asistieron unos treinta nicaragüenses, la nacionalidad es lo de menos. Eran todos murcianos. Llevaban muchos de ellos más de quince años en España, en la localidad de Caravaca. Les tocó a ellos como les podía haber tocado a otros. El azar, que nombraba antes.
Ese azar que bendijo a los que se salvaron, entre los que habían asistido al cumpleaños. Aquellos que decidieron marcharse antes. Y, sobre todo, Walter, que no perdió su vida simplemente porque bajó a la barra del primer piso a por una copa. El impulso de una copa más evitó que se viese preso entre las llamas como sus familiares y amigos que seguían deseándole a Eric felices treinta años. Como esa chica a la que le dio tiempo de enviar a su madre un terrorífico audio desde el móvil: «Mami, la amo; vamos a morir». El padre enseñó el audio y escucharlo congela el corazón. La chica repite dos veces la frase de amor a su madre. Y pide ayuda. Se oyen por detrás gritos de víctimas que claman por luz. El fuego hizo que el local se quedase a oscuras, solo humo y llamas.
Así es la realidad de cruda. Así se la contó a los periodistas Walter. No la pintemos. Claro que es muy bonito decir que el carácter forja nuestro destino. Y hay parte de verdad en esa afirmación. Si no llegan a actuar con diligencia los empleados de los otros dos locales y los servicios de emergencias estaríamos hablando de una tragedia sin precedentes en una zona de ocio en un polígono de Murcia conocida como las Atalayas. Cada vez existen más locales de este tipo en España. Polígonos que acogen varios establecimientos. Estén dónde estén, deben cumplir a rajatabla todas las medidas de seguridad.
El domingo, al menos trece personas han perdido la vida. Hay cinco desaparecidos y cuatro heridos. Un balance terrible por confirmar. En España hay que remontarse a Alcalá 20 y a Flying, en Madrid en el 83 y en Zaragoza en el 90, para contar incendios mortales en locales. 125 murieron en esos dos fuegos. Cinco más fallecieron en la estampida del Madrid Arena en el 2012.
El filósofo Wihelm Dilthey dijo: «La vida, esa misteriosa mezcla de azar, destino y carácter».