Adictos a la dictadura
Opinión
15 Nov 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Según Ayuso, España es una dictadura, o sea, un sistema de gobierno, más que autoritario, totalitario, sin pluralismo político y sin división de poderes, pues el poder se ha concentrado, forzando la maquinaria violentamente, en un líder autocrático, un tirano que controla el Estado de derecho a su antojo, instaurando un régimen en el que no se respetan ni las libertades individuales ni los derechos humanos. España viene siendo como Arabia Saudí o Corea del Norte.
Ayuso equipara a Sánchez con «los grandes dictadores que a lo largo de la historia se han colado a través de los parlamentos». Interpreta el doble papel de lideresa del neoliberalismo y alter ego de la ultraderecha, como Chaplin interpretaba el papel del gran dictador y del barbero judío. Su discurso es directo, no como el de Charlot, incomprensible por absurdo. Los tiempos son otros. Las fuerzas del orden a las que Ayuso pide ayuda no son las SS, no son fuerzas de asalto capaces de entrar en los barrios como en los guetos para llevarse a disidentes a campos de concentración con fines genocidas.
Las comparaciones son odiosas. Las dictaduras no son todas idénticas. Según los vínculos de los dictadores, hay dictaduras personales o familiares. Según la institución a la que pertenecen, hay dictaduras militares, de partido único, republicanas, monárquicas o teocráticas. Según su ideología, hay dictaduras nazis, fascistas, franquistas, comunistas, integristas o racistas.
A menudo, las dictaduras se definen por oposición a las democracias: separación de poderes, libertades civiles, multipartidismo, elecciones libres. Hay dictaduras con apariencia de democracia; por ejemplo, con pluralidad de partidos, pero solo uno con posibilidad de alcanzar el poder. Sin embargo, si algo tienen en común las dictaduras es la corrupción institucionalizada, la represión por la fuerza de los que se salen del pensamiento único y la censura de la libertad de expresión. Que Afganistán, Irán o China son dictaduras es obvio; que Dinamarca, Suecia o España son democracias, también; que algunos van a seguir discutiendo sobre Cuba o Venezuela, por supuesto; que adictos a la dictadura continuarán criticando a otras dictaduras, también.