El PPdeG: la marca política más potente de España está en Galicia
Opinión
19 Feb 2024. Actualizado a las 01:31 h.
Es difícil levantar un liderazgo casi desde la nada, viviendo agazapado durante años a la sombra de un hiperliderazgo. Es muy complicado resolver un relevo sin dejarse muchos pelos en la gatera, sin generar conflictos internos, celos y disputas que salgan a la luz. Es portentoso salir a por una quinta mayoría absoluta, es decir, a encadenar veinte años de gobierno... y lograrlo. Es realmente complejo tener que combatir elementos externos, todo el poder del Estado —que se vuelca con los suyos y, cuando ve que no dan, se alía con otros con un único objetivo—, y sobreponerse.
Tiene que ser extremadamente fatigoso combatir todo eso. Y volver a ganar. Y hacerlo sin un asomo de duda cuando llega el momento de ponerse a contar votos. Y ver cómo van cayendo uno tras otro. Y confirmar que el electorado confía de nuevo en ti. Parece imposible, pero eso es el PPdeG. No hay una sola marca política en toda España con semejante capacidad de movilización, casi de reinvención, y de gestión de liderazgos. Desde 1990 Fraga, Feijoo y ahora Rueda, con la única pausa del bipartito.
No hay un fenómeno igual en España. Ni la CiU de Pujol, ni el PNV en el País Vasco. Quizá el PSOE de Andalucía antes de los ERE. Nadie logra una mayoría absoluta tras otra. Desde fuera pensarán que los gallegos votan mal. Pero lo llevan diciendo mucho tiempo.
Total, que pasó lo que casi nadie —que no quisiera creer en las encuestas— creía que podía pasar. Las cábalas iban desde el decisivo voto que iba a tener un señor apellidado Jácome —nunca tanta cancha le dieron altavoces de Madrid— hasta la histórica ascensión de la primera presidenta de Galicia y el hundimiento de Feijoo. No conocen el poder de resistencia de un partido que, cuando le llaman, se vuelca con su líder, al que toque apoyar. El resultado es impecable para Alfonso Rueda.
También debería serlo para Ana Pontón, pero a la líder del BNG, que llegó a verse realmente de presidenta, le han vencido las expectativas. Su resultado es extraordinario sin no fuera porque no ha logrado la gigantesca meta que se había propuesto: llevar al edulcorado BNG hasta la Presidencia y, a la vez, lograr que una mujer estuviera al fin al frente de San Caetano. Tendrá que esperar, ella y su partido tienen la suficiente paciencia (hace dos años ya pidió un tiempo de reflexión).
Ahora, pasada la noche electoral, solo resta confiar en que los ministros que tanto danzaron por Galicia estas dos últimas semanas, tan dispuestos ellos y ellas, confirmen su apuesta por el noroeste. No vayamos a pensar que solo había un interés electoral.