De Baltimore a Taipéi pasando por Galicia
Opinión
09 Apr 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Transcurridos catorce días desde el colapso del puente Francis Scott Key en el puerto de Baltimore, al ser embestido por un portacontenedores sin control, las imágenes de la gigantesca estructura metálica sucumbiendo tras el derribo de uno de sus pilares todavía impactan. Aunque ya han sido retirados el buque y algunos elementos de la infraestructura derribada, continúa la búsqueda de tres trabajadores, cuyos cadáveres todavía no han podido ser rescatados del fondo del río Patapsco, al tiempo que sigue la investigación sobre el terrible incidente, cuyas conclusiones probablemente no conoceremos hasta dentro de unos años.
Afortunadamente, este tipo de siniestros no son frecuentes, aunque tampoco son inauditos. Según la Asociación Mundial de Infraestructuras de Transporte de Navegación o PIANC, de 1960 al 2015 se produjeron en todo el mundo 35 colapsos de puentes de gran envergadura a consecuencia del impacto de buques, ocasionando la muerte de 342 personas. De estos accidentes, 18 se produjeron en EE.UU., un país que tiene catalogados 621.581 puentes conectados a vías de circulación en todo su territorio.
Los choques de todo tipo de naves contra puentes son mucho más habituales de lo que parece, aunque solo suelen ocasionar daños materiales. En cualquier caso, es de esperar que de una experiencia tan devastadora se obtengan los conocimientos necesarios para reducirlos y minimizar sus consecuencias.
Aunque los seres humanos tenemos tendencia a repetir una y otra vez los mismos errores, también somos capaces de aprender. En Taiwán, tras el terrible terremoto de magnitud 7,3 de 1999, en el que murieron 2.000 personas y sucumbieron más de 100.000 edificios, aprendieron muy bien la lección. Hoy, varios días después de una sacudida de magnitud 7,4, solo hay que lamentar la muerte de 9 personas y el derrumbe de 48 edificios residenciales en Taipéi. La estricta normativa de edificación es, sin duda, la que ha evitado daños mayores, pero también la investigación sobre la resistencia y flexibilidad de los materiales. Un ejemplo a imitar y con el que evitaríamos que, sin embestidas ni sacudidas, se nos cayeran los viaductos.