Las clarisas y el consejo de los jueces
Opinión
27 May 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Según informan los medios, un comando de monjas clarisas sembraron la polémica al anunciar que habían abandonado oficialmente la Iglesia Católica. Según explicaron en un comunicado, tomaron dicha decisión por la «persecución» que habían sufrido por parte de la comunidad eclesiástica de Roma tras «rechazar» su solicitud de vender un convento que tienen en propiedad en Derio (Vizcaya).
Tras no llegar a un acuerdo, las religiosas anunciaron que, a partir del lunes, están bajo la tutela y jurisdicción de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, vaya apellidos, y su llamada Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, escisión cuyo fundador fue excomulgado en el 2019 por incurrir en «delito de cisma». Mola.
Vaya por delante que yo tengo mucho respeto por todo lo que tenga que ver con Francisco de Asís y la orden de las clarisas, de hecho, visité en Umbria (Italia) algunos de los lugares de referencia de los franciscanos además de la iglesia de San Damián que creo que fue el primer monasterio de la orden, pero claro, estos movimientos inmobiliarios de las monjas suelen tener gato encerrado.
A mí estas cosas de «no me dejáis hacer lo que quiero, pues me quedo con la casa», que es al fin y al cabo lo de las monjitas, me parece más común de lo que se cree. Piensen, por ejemplo, en el Consejo General del Poder Judicial: es verdad que no tenemos noticias de que pretendan vender la sede de Marqués de la Ensenada, pero su resistencia numantina a dejar el cargo es muy sospechosa.
No sabemos si están bajo la tutela de la Unión Derechi Apostoli, pero llevan cinco años de gorra en el «convento» y con un salario divino. Al menos, las hermanas clarisas viven de hacer dulces con sus propias manos, pero los miembros del consejo no está muy claro a qué se dedican. ¿Se imaginan a San Francisco «en funciones» en su pequeña cueva? La verdad es que yo no.
Ahora más en serio, mi conocimiento de estos santos lugares se debe a que durante un tiempo trabajé en la cartografía de la vegetación del Apenninno central, en las universidades de Camerino y L'Aquila, y como persona curiosa me acerqué a visitar todos esos lugares por su significado histórico y cultural.
No debemos descartar que, de seguir así las cosas, la sede del Consejo General del Poder Judicial sea también destino de visitantes para observar a los ocupantes en la cueva.
Ya lo veo. Provistos de sus ya deshilachadas togas y dedicados a la repostería y al croché pasarán el rato, mientras la Unión Derechi Apostoli, con su líder al frente, seguirá no diciendo toda la verdad sobre cuándo van a abandonar el convento judicial.
Créanme, prefiero un comando no violento de clarisas ocupas.