Xenofobia de quita y pon

Alboroto en el Congreso. Trifulca y «mala educación». Insultos, bronca y «vergüenza» en una cámara que debe ser ejemplar, aunque se vote una ley tan polémica y difícil de respaldar como la amnistía. Pero no fue así. A Pisarello, de Sumar, le llamaron los desaforados de Vox «sudaca» y «tucumano», en una curiosa muestra de xenofobia de quita y pon que acaparó minutos en los telediarios y causó estupor en las redes y también en Argentina. ¿Por qué? Porque salieron de la boca de los mismos que jaleaban al bonaerense Milei en el ya famoso aquelarre ultra de Vista Alegre.

Paradojas de nuestro tiempo, los que reparten carnés de patriotismo y amagan con rasgarse las vestiduras «por España» son los primeros que se arrodillan ante los líderes extranjeros más furibundos con nuestro país y se ponen otras camisetas nacionales. Lo atestiguan las conocidas imágenes con el «león» de la motosierra y la obscena foto de esta semana de Abascal con Netanyahu.

El contexto importa. Siempre. El encuentro con el líder israelí se produjo tras una masacre de niños palestinos en Rafah. ¿Qué quiso demostrar apuntándose, como dijo con ironía Rufián, «a ese bombardeo»? Uno, parecer un halcón en política internacional, más duro que el mismo Aznar. Dos, ponerse a rueda de Meloni y Le Pen. Y tres, queriendo o sin querer, ayudar a Pedro Sánchez.