Divorcios y vacaciones
Opinión
25 Jul 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Si analizásemos las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial referentes a las rupturas matrimoniales que cada año se producen en nuestro país, nos encontraríamos con que septiembre y enero son las épocas del año en que se presentan más demandas de divorcio. ¿El motivo? Sin duda, por ser los meses que siguen a las vacaciones estivales y de Navidad, en las cuales la convivencia entre los cónyuges aumenta. Divorciarse cuando uno o una no se ve, o convive lo mínimo con la antaño media naranja es más inusual. Cuesta más tomar la decisión por los gastos que dicho procedimiento conlleva, desgaste emocional, hijos, etcétera. Pero, tras unas largas vacaciones estivales o unas fiestas navideñas rodeados de una familia política a la que no se soporta, las cosas se ven de otra manera. La rutina ha dañado tanto la convivencia que es mejor tomar la decisión en caliente y no esperar a que lleguen los días repletos de hartazgo y desdén hacia tu pareja, y dejar pasar otro año hasta hacerte irremediablemente viejo y que ya no valga la pena «porque para lo que queda ya es un absurdo». Vivir un matrimonio en que las cosas marchan bien es el estado civil óptimo para el ser humano. Por el contrario, sobrellevar el infierno de un matrimonio roto no es vida. Ni para los cónyuges, ni para los hijos. El divorcio es una solución que nuestro ordenamiento jurídico ofrece para salir de ese calvario o rehacer una vida que te permita volver a ser feliz.